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Sección longitudinal

Identificador
09615_01_009
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 9' 6.06'' , Lomg:3º 8' 30.90''
Idioma
Autor
Esther Testera Gorgojo
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de los Santos Cosme y Damián

Localidad
Barbadillo de Herreros
Municipio
Barbadillo de Herreros
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
ENTRE BARBADILLO y Monterrubio de la Demanda, instalada en la ladera de un monte, se emplaza la actual ermita de los mártires, otrora iglesia de un despoblado del que no nos es conocido ni el nombre. El acceso se realiza partiendo de Barbadillo y recorriendo por la carretera de Nájera unos 2.500 m, abandonando entonces la ruta por un camino de tierra que parte hacia el norte, por el que alcanzamos el edificio apenas recorrido un kilómetro. En un claro del robledal aparece ante nosotros este modesto y hermoso edificio, único subsistente de un ignoto despoblado. Levantado en buena sillería, como la mayoría de las iglesias serranas, consta de nave única, muy rehecha y hoy cubierta por maltrecha parhilera y cabecera compuesta de tramo recto al que se acodilla un ábside semicircular. Tanto la nave como el presbiterio muestran evidencias de refección de sus cubiertas y muros -hecho especialmente visible en la mampostería con la que se completa el septentrional-, invitando la ausencia de estribos a pensar que la nave recibió en origen una cubierta del tipo de la actual. El presbiterio debió cerrarse con bóveda de cañón, aunque tras su ruina fue igualado en altura y cubierta con la nave; el hemiciclo conserva su bóveda de horno, que parte de una imposta ajedrezada que se continúa por los muros laterales del presbiterio. Probablemente en el momento de reforma de la nave y cubiertas, y para contrarrestar los problemas de estabilidad que produjeron su colapso, se añadió el potente contrafuerte que vemos en el codillo meridional de la cabecera. Cabecera y nave se alzan sobre un banco corrido, dividiéndose al exterior el hemiciclo en tres paños mediante una pareja de columnas entregas que parten de sendos plintos que regruesan el basamento, con basas áticas y robustos capiteles integrados en la línea de la cornisa de nacela que remata el muro. Uno de ellos se decora con una pareja de curiosos animales de puntiagudas orejas, ojos globulares y hocicos felinos, con potentes cuartos delanteros terminados en garras a modo de manos humanas con las que asen el collarino; bajo ellos se disponen a modo de esquemáticas hojas picudas, rematando la cesta simples bastoncillos ornamentales. La otra cesta es vegetal, decorada con entrelazo de cestería y dobles volutas enfrentadas. Sólo subsisten los canecillos del hemiciclo, y en ellos vemos, con el mismo seco estilo, una ramificada hoja de acanto de nervio central perlado, un tosco personaje invertido haciendo sonar un instrumento de viento similar a un barrilillo, prótomos de animales, uno de ellos devorando una cabecita humana, otro ornado con dos rollos y otros deteriorados. En el paño central del hemiciclo se abre una ventana en torno a una hoy cegada aspillera de derrame hacia el interior. Consta de baquetonado arco de medio punto rodeado por chambrana de puntas de diamante y dos breves columnas acodilladas sobre plintos y basas áticas de desarrollado toro inferior; las coronan sendos capiteles, el situado a la derecha del espectador es vegetal, de hojas lanceoladas de carnosos bordes de cuyas puntas penden grandes racimos o piñas y su pendant se decora, bajo los dados del ábaco, ornado también con volutas, con una torpe sirena de doble cola que alza con ambas manos y larga cabellera partida, al estilo de la que vemos en la portada de Pineda de la Sierra. El cimacio de este capitel -como en el otro lado brevemente continuado como imposta- se decora con círculos perlados secantes, mientras que en el otro se orna con ajedrezado, con puntos de trépano sobre el capitel. Como en el caso de San Miguel de Neila, el arco de esta ventana alberga un pequeño tímpano, decorado aquí con una cruz patada de brazos iguales inscrita en un clípeo y rodeada de sumarias formas vegetales. En el hastial occidental se dispone otra estrecha saetera rodeada por reformado arco y dos columnillas similares a las vistas y coronadas por simples capiteles vegetales de hojas con cogollos en las puntas. La portada se abre en el espesor del muro meridional y consta de arco abocelado de medio punto, una arquivolta de idéntica molduración y chambrana nacelada. Los arcos apean en imposta de listel y chaflán y jambas en las que se acodilla una pareja de columnas de las que la oriental ha perdido el fuste, rematadas por rudos capiteles de hojitas y un deteriorado mascarón humano. La ruina del edificio supuso la pérdida del arco triunfal que daba paso desde la nave a la cabecera, que debía ser doblado hacia el oeste, a tenor de los soportes conservados. Restan las dos columnas entregas que soportaban el arco interior, coronadas por capiteles vegetales. El del lado del evangelio se decora con hojas de gruesos bordes y con bayas gallonadas en las puntas -similares a otras vistas en San Miguel de Neila- y volutas superiores, bajo cimacio de seco zarcillo; el del lado de la epístola recibe un piso inferior de secos acantos de voluminosas puntas vueltas, con puntos de trépano y remate de anchas hojas ramificadas, bajo cimacio de entrelazo perlado y rosetas. Las cestas que recogían el arco doblado se decoran con entrelazo perlado, acogiendo bezantes la meridional. Son evidentes las relaciones de este modesto edificio, sobre todo en lo decorativo, con San Miguel de Neila y otros templos serranos, por lo que su cronología debe ir pareja a la de aquellos, en torno y nunca antes de los años centrales del siglo XII, careciendo de fundamento suponerle una mayor antigüedad.