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Planta

Identificador
09136_02_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 38' 34.67'' , Lo, g:4º 14' 16.11''
Idioma
Autor
Sergio Terán Ruiz
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de Nuestra Señora de Camporredondo

Localidad
Cuevas de Amaya
Municipio
Sotresgudo
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SITUADA EN EL EXTREMO NORESTE de la población, en las laderas que circundan el caserío, Madoz la supone bajo la advocación de San Roque. Muy posiblemente se trata de la antigua iglesia parroquial, convertida en ermita cuando se fundó la nueva parroquia en el llano, dadas las dificultades que tiene su acceso por tan empinadas laderas. Es un humilde pero interesante edificio hecho a base de menuda mampostería caliza, seguramente extraída del mismo entorno. En la actualidad -y desde hace ya unos cuantos años- está sin uso, lo que se refleja claramente en su lastimoso estado, de modo que si no se pone rápido remedio y se rescata del olvido, su más que previsible ruina será una realidad a corto o medio plazo. Exteriormente se nos muestra como un compacto y rústico edificio formado por una nave, con cubierta a dos aguas, sin que apenas se diferencie cabecera alguna, con pequeña espadaña a los pies y con una sencilla portadita al sur. Sin embargo, tras una atenta mirada a los distintos paramentos se puede ver que la estructura es mucho más compleja, que se manifiesta de forma más clara en el interior, donde aparece una doble cabecera rectangular, con dos naves, aunque prácticamente convertidas hoy en una sola. En el testero se aprecian claramente dos lienzos yuxtapuestos, correspondiendo a cada uno de los ábsides, que muestran su línea de unión en el centro. Presentan esquinales de distinta factura y en el lado norte se aprecia además una rudimentaria ventanita cegada, dispuesta en el centro. Sus aleros de nuevo manifiestan algunas diferencias y así, mientras en el lado sur la cornisa de listel y chaflán es sostenida por nueve canecillos -siete de proa de nave, uno de nacela y otro de nacelas escalonadas-, en el norte la cornisa es ajedrezada y de los siete canecillos cuatro son de nacelas escalonadas y los otros dos figurados, aunque muy mutilados, uno con un personaje que parece llevar un libro abierto, y el otro con una contorsionista mostrando el sexo. Con los muros rematando a la misma altura, en la fachada norte se aprecia el cambio entre cabecera y nave mediante un somero e irregular ensanchamiento -que en realidad parece un tosco contrafuerte-, pero en el sur el muro es continuado, manifestándose el cambio tan sólo porque desaparece el alero con canecillos. También desaparecen en el lado septentrional, aunque en el inicio aún se llegan a conservar dos piezas de cornisa ajedrezada. Ambas fachadas son de factura muy popular y únicamente en el lado sur se abren algunos vanos -además de la portada-, consistentes en una estrecha saetera en el ábside y dos ventanitas de traza tardogótica. La portada es un irregular arco de sillería arenisca, a ras de muro, formado por triple arquivolta apuntada, con apoyos compuestos por triples pilastras escalonadas rematadas con impostas de ancho listel y nacela. En el extremo occidental de esta fachada se aprecia claramente cómo el esquinal ha sido reconstruido con posterioridad. Analizando detenidamente la fachada de poniente y el extremo correspondiente de la fachada norte, se llega a intuir una estructura cuadrangular ocupando los pies de la nave del evangelio, que podemos interpretar como una posible torre original, de planta cuadrangular, que seguramente sufrió un hundimiento muy pronto, siendo sustituida por la espadañita con un arco apuntado y con chambrana e impostas achaflanadas, que sigue aún un modelo de tradición románica. El sistema constructivo que se empleó en este sector, en lo que sería la base de la torre, parece ser además de encofrado de cal y canto, un recurso muy raro en el románico de la zona pero empleado con cierta frecuencia en la arquitectura militar. En el interior el abandono del edificio es palpable, desde que hace varios años se trasladara a la parroquia la imagen titular de la ermita, una talla gótica de la Virgen con el Niño, de madera policromada. Además la estructura original ha sufrido numerosas alteraciones, cerrándose la cabecera del evangelio para dar lugar a una especie de capilla o sacristía, sin conexión con su nave, mientras que a los pies se ha dispuesto una especie de trastero. Quizá por su situación en ladera debió sufrir en tiempos algún d e rrumbe, que afectó sobre todo a la estructura de las naves y ahora mismo las grietas que se ven en el ábside del evangelio parecen vaticinar de nuevo una próxima ruina. Hoy se nos presenta el interior de la ermita con dos ábsides gemelos, de planta rectangular y considerable altura, totalmente enjalbegados. Los muros son lisos y las bóvedas de cañón apuntado, que apoyan en impostas laterales achaflanadas, aunque la del muro norte de la capilla del evangelio es ajedrezada. Estas bóvedas -e incluso los muros del ábside norte- están decoradas además con el típico despiece de sillares a base de doble línea roja, de cronología gótica. Los arcos triunfales son igualmente gemelos, apuntados y doblados, con pilastras dobles rematadas en las consabidas impostas de listel y chaflán. Ambas capillas se comunican por un pequeño arco que repite exactamente el esquema de los triunfales. Hoy prácticamente podemos hablar de una sola nave, en la que se alza un pie derecho de madera para sostener la viga de la cumbrera del tejado. Sin embargo en origen no cabe duda de que hubo dos naves, separadas por arcos apuntados que de nuevo seguían la estructura que muestran los triunfales. Tan sólo queda el arranque del primero, pero seguramente fueron dos o tres, sobre los que se levantaría un macizo muro que servía para sostener la cumbrera del tejado, sin bóvedas, como ocurre en Villaute o en Vallunquera, otras iglesias burgalesas de la misma época y también con dos naves. La pregunta que inevitablemente surge es si este templo fue concebido con esta planta bipartita o la misma es resultado de una ampliación. En principio ya hemos manifestado cómo en el muro norte de la capilla del evangelio, tanto en el interior como en el exterior, hay algunas diferencias decorativas, cuya explicación se nos escapa, pudiendo aceptar incluso la idea de que sean restos anteriores. Aun así, de lo que no tenemos ninguna duda es de que la ermita, tal como ha llegado hasta nosotros, fue concebida con estas dos capillas y con dos naves separadas por arcos, mostrando una planta calcada prácticamente a la de la iglesia de San Cristóbal de Vallunquera, aunque en este caso la construcción es más sólida y hay mayores concesiones a la decoración. Quizá el cambio más significativo haya sido la pérdida de la torre, que debió ser muy temprana, dado que la espadaña sigue aún tipos que están vinculados con lo tardorrománico. La cronología del edificio es muy tardía. Podemos estar hablando perfectamente del segundo cuarto del siglo XIII, ya en un ambiente con notables influencias góticas, como es bien palpable, un momento además en el que se están levantando numerosas iglesias en las tierras de Castrojeriz y Villadiego, caracterizadas por la presencia de arcos apuntados y doblados separando las naves. A este momento corresponde también -a nuestro entender- la ampliación de la iglesia de San Martín de Villaute, con una nueva nave sur, que se añade a la levantada algunas décadas antes, en plena época románica. En Villaute la separación de las naves sigue la moda del momento, con esos arcos apuntados y también sin abovedamientos, aunque en esta ocasión el nuevo ábside copia al semicircular preexistente. Por último cabe reseñar que la presencia de dos naves contemporáneas es una circunstancia nada frecuente en los edificios religiosos, ni románicos ni posteriores. Más o menos por las fechas que nos ocupan podemos citar, además del ya mencionado ejemplo de Vallunquera -sin duda el más directamente relacionado con la ermita de Nuestra Señora de Camporredondo-, el caso soriano de Cerbón, donde las cabeceras son semicirculares, y el de Nuestra Señora de la Peña, en la también soriana villa de Ágreda, aunque aquí sólo se conservan las naves. Otro caso que reiteradamente se ha puesto como ejemplo de esta peculiaridad, el ya citado de Villaute, es, como se ha dicho, resultado de ampliaciones posteriores, arquitectónicamente casi miméticas, aunque con notables diferencias en la escultura de una y otra fase. Bipartita es también la de Olmos de la Picaza, que podemos considerar ya gótica, aunque muy cercana en el tiempo a las que estamos viendo.