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Pila bautismal de Sant Andrèu de Casau

Identificador
25243_06_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.706487, 0.786446
Idioma
Autor
Carla del Valle
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Andrèu de Casau

Localidad
Casau
Municipio
Vielha e Mijaran
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Andrèu de Casau

Descripción

VIELHA E MIJARAN

Iglesia de Sant Andrèu de Casau

Llegando a la Val d’Aran por la carretera N-230, entre los kilómetros 162 y 163 se encuentra la población de Casau, al noreste de cual, al final de la calle Major, se alza la iglesia dedicada a san Andrés.

 

La estructura actual de la iglesia dificulta la percepción del aspecto que debía de tener en época románica, de cuya época solamente resta el paramento del lado septentrional y la pila bautismal. El edificio presenta planta rectangular de nave única, con una cabecera del siglo xvii, sobre la que se levanta un campanario coetáneo. A diferencia de la gran mayoría de iglesias románicas aranesas, de una sola planta y reformadas en época moderna, ésta no presenta capillas laterales abiertas en los muros perimetrales; únicamente una sacristía construida en el siglo xviii, ubicada al norte de la cabecera. A los pies de la nave, bajo el coro, se emplaza un espacio cerrado por una verja de forja, destinado a custodiar y exponer el tesoro de la iglesia.

 

El sistema de cubiertas del interior del edificio, de factura moderna en su integridad, consiste en un entramado de madera horizontal que se dispone a lo largo de toda la nave. Al llegar al presbiterio, un arco triunfal de medio punto precede a la bóveda de cañón.  Exteriormente, destaca la imponente torre campanario, accesible a través de una puerta situada en el muro meridional del presbiterio. Se conoce la fecha de inicio de su construcción gracias a una inscripción embebida en el muro meridional: l’an 1613 ses come [nça]da pe[r] lo r[ector] midf. Posiblemente, en dicha época, se llevaron a cabo más reformas estructurales que afectaron al resto de la iglesia, pues en el óculo abierto en el muro occidental, se lee el año 1614. La portada, abierta en la fachada meridional y de factura gótica, presenta ciertos paralelismos estilísticos con Sant Martin de Gausac. Preside la portada una losa de mármol, también de época gótica, en la que figura una crucifixión.

 

Pila bautismal

 

La pila bautismal se halla a los pies de la nave, fuera de su ubicación original, que se desconoce. Realizada con mármol gris, alcanza una altura total de 102 cm, 44 de los cuales corresponden a la cubeta cilíndrica (de 90 cm de diámetro exterior y 64 cm interior), 45 cm al soporte y 13 a la base. La cubeta se halla íntegramente trabajada en talla en reserva, donde, aunque de un modo muy esquemático, se desarrolla un rico e interesante programa figurativo que se relaciona con el espacio que ocupa. Dicha ornamentación pretende poner de manifiesto la importancia del Bautismo como iniciación a una vida cristiana que debería de conducir a la vida eterna, todo ello gracias al sacrificio que Cristo hizo a favor de la Humanidad. 

 

El primero de los símbolos que alude directamente al carácter triunfante de Jesucristo frente a la muerte consiste en un león, de larga cola terminada en espiral y cabeza pequeña. Este cuadrúpedo constituye el emblema para representar al Hijo de Dios resucitado, pues, según la creencia medieval, los leones recién paridos no daban señales de estar vivos hasta el tercer día, cuando el león les insuflaba la vida con su aliento. A continuación figura una escena de batalla y asalto a un castillo, que se puede asociar al triunfo de Cristo. La integran un jinete con casco y lanza que se dirige, en actitud de atacar, hacia una fortaleza coronada por almenas, en la que se sitúan dos personajes, ambos con su brazo izquierdo levantado. Parece que en ésta participa un gallo de grandes dimensiones, situado a la derecha de la torre fortificada. Este animal actuaría como otro de los avatares de Jesucristo, en tanto que guía y defensor de los fieles, quien lanza la voz de alarma cuando algo malo acecha. A continuación, aparece un soldado a pie o peón, con un escudo circular y acompañado de una flor de lis, que probablemente complementa la escena bélica.

 

La alusión al sacrificio de Cristo se realiza a través del símbolo del Agnus Dei, cuerpo y sangre del Redentor. Como es habitual, porta como estandarte una cruz patada con un medallón circular en la intersección de los brazos. Dicho sacrificio tuvo como recompensa la vida eterna, primero del resucitado, luego de los fieles. En esta composición, la inmortalidad del alma también queda representada, concretamente a través de dos pavos reales afrontados que beben del mismo cáliz, identificables gracias a sus crestas y con colas de grandes plumajes. Como el árbol de hojas caducas, esta ave pierde sus plumas en invierno, pero las recupera en primavera. Por ello fue asociado, desde la Antigüedad, con la incorruptibilidad, entendida como inmortalidad/resurrección en el mundo cristiano. El hecho de que beban del cáliz, pone de relieve la importancia de la Eucaristía como vía para acceder a la vida eterna junto a Jesucristo.  El Bautismo es el primero de los sacramentos del cristianismo, por lo tanto, resulta imprescindible para alcanzar la mencionada vida eterna. En este caso, está representado a través de dos peces afrontados que beben del mismo vaso eucarístico, una escena propia de la tradición paleocristiana, muy recurrente en pilas bautismales. Tanto los peces como los fieles nacen en el agua (bautismal) y deben permanecer nadando en ella (en la fe del bautismo) para acceder a la salvación.

 

El programa decorativo de la cubeta se cierra con dos medallones en los que se inscribe una roseta de seis pétalos y una cruz griega con un botón central. Ambas representaciones, inspiradas en símbolos funerarios de tradición paleocristiana, persisten en la escultura pétrea de numerosas iglesias románicas de Aran, especialmente en frisos de portadas (Sant Pèir de Escunhau y Sant Sernilh de Betren).

 

Sobresalen cuatro rostros esculpidos en altorrelieve en la parte inferior de la cubeta, con su correspondencia con otros cuatro ubicados en la base. Además de estar ejecutados de manera muy tosca y esquemática, presentan un estado de conservación bastante deficiente. El soporte cilíndrico se halla decorado por cuatro semicolumnas circulares, coronadas por otras cuatro cabezas, éstas en bajorrelieve.

 

Mientras que la mayoría de las pilas bautismales románicas aranesas se hallan decoradas, exclusivamente, con motivos geométricos y vegetales, la de Casau, juntamente con las de Escunhau, Gausac y Vilac, suponen una excepción por presentar decoración figurativa.

 

Técnicamente, la pila de Casau no denota grandes dotes en la ejecución de los motivos, sino que debe ser obra de un taller local, guiado por un programa iconográfico muy concreto. A pesar de no guardar relación estrecha alguna con obras escultóricas de la zona, tampoco se aleja de la rusticidad de los cánones de la escultura local de los siglos xii-xiii.

 

Una pila benditera esculpida en relieve, se halla encastrada en la zona más occidental del muro sur, muy próxima a la puerta. Está decorada con una máscara de perfil, de cuya boca surge un zarcillo ondulante con hojas lanceoladas y flores de cinco pétalos, que recorre toda la pieza. En la parte inferior, la composición se completa con seis grandes hojas alargadas y estriadas. La máscara se asemeja a los rostros (de factura gótica) que se encuentran sobre las impostas de la portada, caracterizados por los párpados marcados y una nariz plana y triangular. Por ello, cabría descartar su origen románico y situarla en una época más avanzada.

 

Texto y fotos: Carla de Valle

Bibliografía

 

Catalunya Romànica, 1984-1998, XIII, pp. 432-434; Chaboussou, P. et alii, 2008, p. 47; Durliat, M., 1969, p. 172; Espouy, F., 1908, p. 158; Gourdon, M., 1884, pp. 31-32; Gourdon, M., 1924, pp. 39-40; Laurière, J., 1887, pp. 43-46; Madoz Ibáñez, P., 1846-1850 (2001), pp. 90-91; Ros Barbosa, E., 2002 (2007), pp. 73, 75-76 y 79-80; Ros Barbosa, E, 2005, II, pp. 38-39; Sarrate i Forga, J., 1976, s/n.; Soler i Santaló, J., 1906 (1998), pp. 263-264; Vilarrubias i Cuadras, D. (2013), p. 21; Zamora, F., 1785-1790 (1973), p. 195.