Pasar al contenido principal
x

Pila bautismal

Identificador
09228_04_006
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 9' 33.92'' , - 3º 51' 45.92''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega,Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Román

Localidad
Revenga de Muñó
Municipio
Villaverde del Monte
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL ESTÁ SITUADA en la parte más elevada del pueblo, aislada de otras edificaciones. Es un edificio de una sola nave cubierta de madera y una cabecera rectangular con bóveda de cañón apuntado, construido todo ello en perfecto aparejo de sillería. A los pies se levanta una potente espadaña con cuatro troneras y remate a piñón. Al lado norte se añadió en época posterior la sacristía. Los muros de la nave y de la cabecera se rematan con una cornisa de nacela soportada por canecillos que en el muro norte son de nacela y de proa de barco, mientras que en el lado sur alternan estos últimos con otros decorados con rollos, mascarones, figuras antropomorfas en diferentes actitudes, toneles y varios en forma de capiteles vegetales. En el muro sur se dispone la portada muy abocinada, ligeramente adelantada respecto a la línea general del muro. Se compone de un arco de medio punto, cinco arquivoltas y un guardapolvo, decorado todo ello con molduras de bocel y mediascañas. Las arquivoltas apean sobre una línea de imposta con similar ornamentación que apoya a su vez sobre cuatro parejas de columnas con sus correspondientes capiteles. Las jambas de los extremos se embellecen con puntas de diamante. Los capiteles se decoran con formas vegetales a base de esquemáticas hojas que en algunas ocasiones acaban doblándose en la parte superior describiendo caulículos. Sólo uno de ellos presenta decoración figurada, con dos sirenas pareadas y afrontadas en el ángulo. Ambas apoyan las patas sobre el collarino y dirigen su caminar hacia la esquina respectiva, una de ellas vuelve la cabeza y el cuello para terminar afrontándose. Tienen cola de reptil que enroscan sobre sí misma, las alas las llevan plegadas al cuerpo y las garras de águila están fuertemente sujetas al collarino. Remata la portada un tejaroz soportado por ocho canecillos de proa de barco, cabezas antropomorfas, rollos y aspas. La temática de este taller es poco variada, consiste fundamentalmente en diferentes tipos de decoraciones geométricas como son las quillas, con dos maneras de presentarlas: de un lado la que termina en arista viva, con las láminas individualizadas, bien modelada y de una gran calidad plástica y de otro la que termina con la arista muerta, en la que no se individualizan las hojas y a veces lleva la superficie decorada con puntas de diamante de labra a bisel y en bajorrelieve. De otra parte encontramos el clásico modillón de rollos, con dos, tres y cuatro molduras de medio o cuarto de bocel. Siempre están colocadas en posición paralela, superpuestas, bien modeladas y perfectamente acomodadas al espacio escultórico. De otra parte tenemos las puntas de diamante en las jambas de la portada, en el guardapolvo y también en algunos canecillos. En la portada realiza un estudio de las mismas en medio relieve, con las hojas muy resaltadas, realizadas a bisel, compuestas por cuatro u ocho láminas según los casos y marcadamente claroscurista. Por contra en los canecillos es un relieve bajo, labrado a bisel y se limita a marcar sencillamente los perfiles. Otro de los temas muy presentes es el vegetal. Así en varios canecillos se trabaja la hoja de acanto colocada en forma de capitelillo adosado. Se compone de cuatro hojas, completamente lisas, que llenan el tambor, se elevan y terminan ligeramente dobladas por los pomos que sostienen. El trabajo es poco cuidado, de una realización somera y pocas calidades plásticas y ornamentales. Lo vemos repetido en tres canecillos del muro sur. En la portada vuelve a reiterar la temática vegetal. Son las clásicas hojas de acanto que nacen en la base del tambor, se elevan hasta media altura y detrás de ellas nacen otras que terminan en la parte alta formando unos caulículos bien modelados y de tallado bastante duro. Es un relieve bajo, de una realización tosca, de poca calidad compositiva y tienen un modelado cuidado describiendo formas elegantes que nos anuncian lo que luego será frecuente en el estilo gótico. La temática animal la vemos únicamente en dos ocasiones: en una es un sencillo busto de carnero, colocado de frente, con una poderosa testuz, cuernos enrollados sobre sí mismos y morro bien modelado. De otra parte nos presenta también las sirenas colocadas de perfil, pareadas, afrontadas, con las alas plegadas al cuerpo y cola de reptil enroscada sobre sí misma. Un motivo repetido en varios canecillos es el de la cantimplora o una cuba abombada en el centro. El primer caso tiene forma oval, los bordes están definidos por medio de una labra a bisel, tiene un grueso orificio en la parte superior y sus características son marcadamente realistas. La cuba o tonel, está colocada en posición horizontal, bien sola o sostenida por varios hombres. El recipiente presenta un ligero abombamiento en el centro, se realiza todo el entramado de la madera, marca los aros, define los bordes y en general es de un gran realismo y calidad plástica. La figura humana también la vemos en este taller bien en forma de busto o de cuerpo entero, en este caso completamente vestida. Pero no realiza un estudio de pliegues de los vestidos, que se reduce a marcar los perfiles y modelar el volumen. Destaca sobre manera, dentro de la gran pobreza interpretativa, la realización de los rasgos de la cara, con ojos almendrados, saltones, bien enmarcados por los párpados, los pómulos y la barbilla de forma angulosa y en general de una realización poco realista y sin calidades plásticas. Así, mientras vemos que los bustos están realizados de frente, las figuras de cuerpo entero están talladas de perfil. Por lo general es un relieve bajo, a veces casi medio, labrado a bisel, de formas duras, angulosas y sin ninguna preocupación por el acabado que es bastante tosco y poco cuidado. Destacan las formas duras, angulosas en un claro deseo de resaltar los volúmenes y los perfiles de las personas, objetos y animales representados. La composición sin ser de gran calidad, está bien acomodada al espacio escultórico, bien de los capiteles o de los canecillos. Cuando ejecuta los vestidos se limita a marcar el volumen, pero no realiza un estudio de sus pliegues. Los ojos son almendrados, saltones y bien enmarcados por los párpados, pero a veces se reduce a marcarlos por medio de una leve incisión. No realiza un estudio de cabelleras, ni tampoco el entramado de las plumas, pues únicamente marca los perfiles de las mismas. Salvadas algunas pequeñas diferencias de composición y labra entre los capiteles de la portada y los canecillos, se puede decir que el conjunto del relieve de esta iglesia lo realiza un mismo taller. Por las características de la decoración escultórica, el tipo de arquitectura del ábside, el tipo de portada y la temática realizada en sus capiteles, se puede afirmar que es un templo que se realiza en los últimos años del siglo XII o primeros del XIII. Este taller está muy relacionado con la ermita del Cristo de Villahizán, tanto que parece ser el mismo que trabaja en ambos casos. En el interior se conserva una pila bautismal románica (128 cm de diámetro x 87 cm de altura) decorada con un sogueado en la embocadura y arcos de medio punto en el resto de la copa.