Iglesia de Sant Martí de Caçà de Pelràs

El pueblo de Caçà de Pelràs es un diseminado cuyo núcleo conforma la iglesia, la plaza y un par de masías cercanas. Se llega transitando unos escasos 300 m por un camino bien señalizado que se toma desde la C-66, en el tramo entre La Pera y Corçà.

Hasta el momento, la primera noticia documental contrastada sobre la iglesia es del año 1160, en la que se nombra Sancti Martini de Caciano como una de las iglesias que el noble Arnau IV de Llers debía devolver al obispado de Girona.

Se trata de un edificio de una sola nave con un ábside semicircular y una espadaña en la fachada, que sufrió importantes modificaciones en los siglos xvii y xviii. Se utilizó la espadaña para construir una torre y se sobrealzó el cuerpo de naves (como en la mayoría de las iglesias cercanas), doblándose prácticamente la altura del edificio. Para subir a la torre y a la parte superior del templo se construyó una torre redonda que alberga la escalera, y se amplió la iglesia con sendas naves laterales, dos a cada lado. Asimismo se la dotó de una nueva entrada a poniente, y de un óculo.

En el exterior se pueden apreciar los muros originales en un tramo corto a mediodía, otro aún más corto en el murto norte, en gran parte del ábside y también en la fachada occidental. En el muro sur se abre la puerta primitiva, que, aunque tapiada, deja ver su dintel y el espacio del tímpano, rellenado con sillares algo más grandes que el sillarejo que ciega el vano de la puerta, por lo que podría tratarse de su ubicación original. En el ábside apreciamos la única ventana original conservada, centrada, de doble derrame y arco de medio punto monolítico. Se observa un zócalo escalonado en la base de la parte visible del ábside. Tanto en el ábside como en los fragmentos originales de muros exteriores se decora la parte superior con una cornisa en nacela. En la fachada, se inscribieron los tres pilares de la espadaña románica en los muros de la torre moderna. Todas las piezas deterioradas fueron repuestas en época moderna, y cubiertas con un tipo de piedra blanquecina, que contrasta con la obra origina. De la puerta románica no queda nada.

Las bóvedas son apuntadas. La del ábside muestra el sillarejo pero la de la nave sigue encalada. El arco triunfal que las separa es igualmente apuntado, de dovelas notables. Los muros se repicaron desde la cornisa hasta el suelo. Los paramentos son más pulidos y mejor cortados que en el exterior, aunque de tamaño irregular y corte imperfecto. Las hiladas siguen la misma tendencia, rectas, pero mejor cuidadas en el interior.

Por las características descritas, cabria situar la construcción del templo en el siglo xii.

Texto y Fotos: CONSUELO VILA MARTÍ – Planos: ANNA MARIA ALBÓ RIERA

Bibliografía

Badia i Homs, J., 1977-1981, I, pp. 157-158; Catalunya Romànica, 1984-1998, VIII, pp. 199-201.