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Detalle de la pila bautismal

Identificador
09196_01_002
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Miguel Arcángel

Localidad
Villamiel de Muñó
Municipio
Cayuela
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL ÚNICO VESTIGIO DE ÉPOCA ROMÁNICA que conserva el edificio -gótico, de dos naves y con añadidos renacentistas y barrocos- es un espléndido ejemplar de pila bautismal, hoy ubicada en la cabecera de la iglesia, junto al altar y en el lado del evangelio. Asentada sobre un basamento circular moldurado con un bocel de 35 cm de alto, su copa, troncocónica, mide 134 cm de diámetro x 62 cm de altura. Decora su embocadura con un bocel sogueado bajo el que corre una banda de engranaje entre dos bandas lisas -como en el ejemplar de Albillos-, y el frente presenta una sucesión de escenas cobijadas bajo arquitecturas figuradas. Estos arcos, con nichos o dobles nichos en sus enjutas, son de medio punto y apoyan en columnillas finamente labradas, con capiteles vegetales, fustes entorchados y basas sobre plintos. En los dos primeros arcos vemos representada la Anunciación, con el arcángel, de rizada cabellera, dirigiéndose a la Virgen con su diestra y sosteniendo en la otra mano una vara rematada en flor -signo de la concepción inmaculada que anuncia-, mientras María, vestida con manto, túnica y velo, alza contra su pecho sus manos extendidas con el típico gesto de mostrar las palmas. En los siguientes arcos reconocemos a seis apóstoles, entre los que identificamos al primero como San Pablo por su notoria alopecia, y al segundo como San Pedro, caracterizado por las enormes llaves que sostiene en su diestra alzada. Las actitudes de las figuras son variadas: portan libros cuatro de ellas, una sostiene con ambas manos una filacteria y la restante muestra sobre el pecho la palma de su diestra y recoge con la otra un pliegue del manto. Sobre el espacio que ocuparían los dos arcos siguientes se representó la gran figura de un rey a caballo -sobre rica gualdrapa- alzando con su diestra una espada y embrazando un escudo de cometa. Tras él, ocupando nuevamente el espacio de dos arcos y superponiéndose a la columna que los divide, asistimos al combate entre un infante y un león. Viste el primero saya corta, pantalones por debajo de la rodilla, bonete cónico gallonado y embraza un escudo de cometa, mientras con su diestra asesta un golpe con su espada al león de rugientes fauces al que se enfrenta, rampante éste y posando una pata sobre el escudo de su oponente. En los dos siguientes arcos se representan, respectivamente, un deteriorado centaurosagitario, que apuntaba con su perdido arco a la otra figura, una sirena-ave de cuerpo de reptil, pezuñas de cabra, rostro de efebo y paño sobre el cuello. El último arco lo ocupa un dragón de largo cuello, contorsionado hasta morderse una pata, mientras con la otra pisa su larga cola. Caracteriza el escultor los rostros con abultados mofletes y ojos globulosos y saltones, demostrando cierta calidad en la composición y obtención del volumen, pese al esquematismo de los pliegues, la evidente rudeza de la talla y recurrir a despro p o rciones expresivas, evidentes en las manos de las figuras. Recientemente estudiada, junto al ejemplar de Cayuela, por Isabel Frontón, la citada autora considera sus relieves desde la perspectiva de la irradiación de la influencia silense en la provincia, vinculándola a la portada de Lara de los Infantes, aunque reconociendo menor calidad en el caso de la pila de Villamiel. Si cierto es que las semejanzas entre ambos escultores es patente, quizá la lejana filiación con el claustro de Santo Domingo de Silos deba ser matizada y reducida a la repetición de motivos de éxito, pues en el caso que nos ocupa el modelo, silense o no, queda en manos de un artista de limitados recursos técnicos, cuyo repertorio participa de modo general del que caracteriza a la plástica de los años finales del siglo XII o primeros del XIII. Tanto en lo iconográfico como en lo estilístico, este ejemplar manifiesta fuertes conexiones con la pila de Cueva Cardiel y el friso de Santibáñez-Zarzaguda.