Identificador
31496_01_035
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Javier Martínez de Aguirre
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Ujué
Municipio
Ujué
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
SÓLO POR DEDUCCIÓN podemos aventurar cómo habría sido el complejo prerrománico, probablemente formado por una fortaleza y una iglesia, que quizá tuvo tres naves del tamaño que señalan los tres arcos de embocadura de la edificación románica. Ciertamente la cabecera románica presenta en planta curiosos quiebros, de suerte que la anchura de los tres ábsides no se corresponde con el de los arcos que a ellos acceden, de donde podemos suponer que dichos arcos comunicaron durante un tiempo con una construcción prerrománica previa, de la que no se han hallado más restos (convendría llevar a cabo una exploración sistemática del subsuelo a fin de confirmar si perduran cimentaciones del hipotético templo anterior al siglo XI). La proporción entre el arco central de acceso a la cabecera (4,75 m de luz) y los laterales (1,50) es más propia de edificios prerrománicos que del románico pleno. La distinción de las dos fases de la iglesia, románica y gótica, ya fue establecida por autores del siglo XIX como Iturralde o Madrazo. Desde entonces también quedó como tópico, repetido hasta fechas muy recientes, que la cabecera románica derivaba de Leire, lo que si bien es cierto en cuanto al alzado de las naves, resulta engañoso en lo referente a la planta de los tres ábsides, su alzado y la decoración de todos los capiteles. Hay que tener en cuenta que los estudiosos que conocieron Ujué antes de las reformas del siglo XX no pudieron observar en su conjunto el exterior de los ábsides, que por entonces estaban integrados en el complejo residencial añadido ya en tiempos medievales. Una vez desembarazada su fábrica, quedaron a la vista las ventanas con la ornamentación propia del pleno románico relacionada con la catedral jaquesa. La presencia de elementos del románico jacetano fue advertida por estudiosos como Gudiol y Durliat, no tanto en el ajedrezado, que ni nace en Jaca ni tiene allí su foco de difusión principal, sino en la derivación tosca que llevó a Ujué elementos constructivos y ornamentales propios de la catedral altoaragonesa. Otros historiadores como Gaillard estimaron, en cambio, que los motivos ujuetarras derivan de San Isidoro de León. A raíz del descubrimiento de una planta que dibuja la capilla mayor de la catedral de Jaca antes de su remodelación en el siglo XVIII, Martínez de Aguirre ha visto cómo el trazado arquitectónico ujuetarra deriva del allí empleado. Durante el siglo XX se ha procedido a continuas intervenciones que recuperaran para la iglesia de Santa María el carácter medieval que había constituido su origen. Se documentan los primeros gastos para obras en 1933 y 1934. En 1936 obtuvo la declaración de Monumento Nacional. A partir de 1940 y hasta 1967 casi todos los años la Diputación Foral de Navarra invirtió en obras de mejora del santuario, que se prosiguieron en el entorno durante los años 80 y en diversos ámbitos en los 90. En la actualidad y desde el 2002 se han abordado sucesivas fases de trabajo, dirigidas por Leopoldo Gil Cornet, destinadas a mantener en el mejor estado torres, galerías y cubiertas. Como hemos dicho, fue Sancho Ramírez quien impulsó la construcción de una cabecera románica. La mención explícita a su patronazgo figura en la dotación de la iglesia de Santiago de Funes fechada en 1089: Similiter placuit nobis uolente animo et spontanea uoluntate et hedificamus ecclesiam Beate Dei genitricis Marie in Uxue et donamus et confirmamus ibi omnes ecclesias quas sunt omnibus terminis de Uxue cum eorum decimis et primiciis et oblationibus et omnibus eorum directaticis ab integris ut sint ad Dei seruicium et Beate Marie matris sue. De los tiempos verbales deducimos que por entonces la nueva cabecera ujuetarra estaba en obras, lo que como veremos concuerda con su filiación estilística. En Santa María de Ujué se conservan de tiempos románicos la cabecera del templo, la torre y la imagen de la Virgen, si bien estas tres obras han sufrido remodelaciones en época gótica. La cabecera está formada por tres ábsides semicirculares al interior y al exterior, y un tramo de nave ante cada uno de ellos, además de los arcos que comunicaban con el resto del templo. Lo que más llama la atención en la cabecera es la profundidad muy semejante de los tres ábsides, que deriva principalmente de una imitación de la cabecera de Jaca. En efecto, ambos edificios comparten un rasgo que encontramos en varias edificaciones del segundo tercio del siglo XI, consistente en que los tres anteábsides de las cabeceras escalonadas tienen profundidad semejante, a lo que se añade en nuestro caso que el central no traza un semicírculo completo y que en planta las dimensiones de los tres resultan muy cercanas (5,20 m de anchura tiene el acceso al ábside central por 4,10 y 4,25 los laterales). La capilla mayor, de interior muy restaurado, dispone una única ventana en el eje. Está enmarcada por arquería triple, de forma que el arco central está perforado por el vano y los otros dos son ciegos. La arquería está formada por tres arcos baquetonados enmarcados por moldura ajedrezada. Los arcos descansan en capiteles sencillos en los extremos y dobles a los lados de la ventana, de los que el situado al Norte es original. Está dividido en dos niveles. En el inferior vemos una figura masculina flanqueada por entrelazos que encierran rosetas cóncavas de tratamiento muy sumario; en el superior se suceden esquematizaciones de volutas. El cimacio está adornado por palmetas inscritas en las que se marca la labor de trépano. Si descomponemos el capitel, advertimos que sus elementos están presentes en Jaca, tanto las figuras humanas desnudas de esquina, como los entrelazos, volutas y motivos vegetales, pero en Ujué el tratamiento es muy tosco, el propio de un maestro de tercer nivel. Conserva una tonalidad rojiza de fondo que también encontramos en otros capiteles ujuetarras. Los restantes capiteles de la capilla mayor están rehechos durante la restauración. Por debajo de la ventana corre una moldura muy restaurada decorada con roleos de racimos y pámpanos, motivo que tiene su origen en el mundo clásico y que fue empleado en piezas romanas navarras como las estelas de Gastiáin (Museo de Navarra). En el perímetro de la capilla mayor existe un banco de piedra corrido que también encontramos en otros edificios del pleno románico navarro (por ejemplo, Artaiz). Desconocemos si la altura de bóveda actual (8,90 m) es semejante a la original o bien ésta era algo más baja, de medio cañón rebajado. La capilla meridional conserva en mejor estado su edificación original. Dispone también de una ventana en el eje, pero en este caso carece de otros arcos distintos del que enmarca el vano, formado por un baquetón culminado de nuevo en moldura ajedrezada. Los dos capiteles son originales. El septentrional se distribuye de nuevo en dos niveles: en el inferior, un diseño central en espiga está flanqueado por elementos vegetales en los que se abusa del trépano; en el superior alternan volutas con vástagos entorchados; también es torsa la moldura que separa ambos niveles. En el cimacio volvemos a encontrar palmetas inscritas en herradura, a la jacetana. La presencia de cordones torsos lleva a pensar si no sería éste un motivo ornamental empleado en el hipotético templo prerrománico previo. El capitel meridional se centra en un gran cuerpo de ser alado al que le falta la cabeza, con las alas extendidas y flanqueado por círculos que contienen cruces de brazos ensanchados y por volutas; en el cimacio, roleos con rosetas. La derivación del círculo jacetano vuelve a ser evidente, ya que encontramos un ave de alas explayadas bajo volutas en Iguácel y Loarre, y un híbrido con cuerpo de ave de alas extendidas y cabeza humana en el pórtico meridional de Jaca. Los cimacios se prolongan en una moldura de entorchado convergente que marca el arranque de la bóveda. Por debajo de la ventana otra moldura se extiende por el semicilindro absidal y sigue un doble quiebro a cada lado, que asimismo recuerda a molduras empleadas en Iguácel. Esta capilla meridional tiene la peculiaridad de haber sido reforzado el interior de su anteábside por un arco apuntado con moldura muy sencilla distinta de las del pleno románico. Por eso sólo queda a la vista la bóveda de horno del ábside propiamente dicho, ejecutada con la misma torpeza que el resto de los elementos. La capilla septentrional es similar a la meridional. Su ventana axial se adorna con dos capiteles. El septentrional dispone en su parte inferior de palmetas inscritas en herraduras, y en su parte superior de volutas. El cimacio ofrece curiosos roleos de dos alturas que contiene bolas. El capitel meridional repite el motivo del ser alado con alas extendidas y sin cabeza, flanqueado por círculos que contienen cruces ensanchadas y por volutas en la parte alta. El cimacio cuenta con roleos con rosetas cóncavas. Las molduras son semejantes a las de la otra capilla en diseño y ornamentación. Esta capilla conserva el anteábside original, en el que sólo se prolonga la moldura que marca el arranque de la bóveda, que es la original tanto en el ábside (de horno) como en el anteábside, ambas elaboradas con la torpeza habitual de Ujué. Ante los ábsides se extienden las tres naves, de las que sólo se conserva un tramo. En los tres casos las bóvedas que las cubren están rehechas. La separación entre ellas se lleva a cabo mediante arcos rebajados doblados sostenidos por semicolumnas adosadas a las pilastras de separación de ábsides y a los pilares que se ven desde la nave gótica. Estos pilares tienen cierto interés, por su núcleo cruciforme y la presencia de capiteles decorados. Como se ha dicho, los arcos laterales de embocadura de la cabecera son mucho más estrechos que los ábsides laterales, lo que lleva a suponer que daban paso a un edificio prerrománico de tres naves, en el que la central tendría el triple de anchura que las laterales. Dichos arcos de embocadura también son doblados. El del lado de la epístola descansa en dos capiteles, el meridional con dos torsos humanos de esquina que alzan las manos ¿en posición orante? y dejan ver sus cabezas de rasgos sumarios, uno calvo y otro con melena corta. Los dos del arco central son los más cuidados de todo el interior. El septentrional se decora con una figura masculina que dobla las rodillas y lleva entre las manos a la altura de su vientre una cabeza de animal; creo que es remedo del conocido tema de la figura que cabalga una fiera, aparecido en Frómista y desarrollado no sólo en Jaca sino en muchas otras localidades vinculadas a la expansión del pleno románico hispano; el resto del capitel incluye estilizaciones vegetales y en su cimacio encontramos de nuevo roleos de dos alturas que contiene bolas. Al otro lado, el capitel meridional presenta otras dos figuras humanas en las esquinas, toscas y desproporcionadas, una con la cabeza cubierta (que sujeta algo con ambas manos a la altura del pecho) y otra masculina de plegados sumarios, acompañados de estilizaciones vegetales y bajo volutas; el cimacio sigue el mismo patrón que el anterior. Las basas de los extremos de los arcos de embocadura incluyen ornamentación en relieve muy desgastada cuyos temas ofrecen cierta dificultad de reconocimiento. Si el diseño de la planta nos recuerda a Jaca, en la composición de alzados el arquitecto de Ujué sí parece haber seguido la solución de Leire, dado que la de la seo jacetana probablemente no había alcanzado esa altura (no es este lugar para extendernos acerca de esta debatida cuestión). Como hemos visto, prescinde del transepto. Aunque las bóvedas actuales no son las originales, parece que fueron proyectadas desde el principio tres naves paralelas con impostas a la misma altura, cubiertas con medios cañones y sin cuerpo de ventanas en la central. Se trata de un sistema que sería muy empleado en el románico del Oeste y Sur de Francia, caracterizado por su escasa luminosidad y por la poca diferencia de altura entre la central y las laterales. Desde luego, el modelo más cercano de esta organización lo tenían en Leire, donde también encontramos una considerable diferencia de altura de colocación entre los capiteles de los arcos fajones de las tres naves y los de separación de naves, de forma que los fustes bajo los fajones rondan el doble de altura que los que hay bajo los de separación. Aún y todo, aquí también advertimos la falta de pericia del tracista, ya que no calculó la separación entre pilares y los arcos correspondientes a la medida necesaria para que coincidiera las líneas de impostas de bóvedas de cañón y fajones, lo que tiene como consecuencia que la bóveda de la nave central quede muy por encima del fajón correspondiente (hacemos esta observación aun sabiendo que estas bóvedas están reconstruidas, por lo que en realidad desconocemos cuál era el aspecto inicialmente previsto por los constructores). El aparejo empleado en muros y pilares resulta muy irregular. Desde luego, hay interés por utilizar piedra escuadrada, pero las hiladas muestran constantes cambios de altura y esporádicamente piezas talladas para completar líneas. Quizá se aprovecharon algunos materiales de una construcción anterior, o quizá dada su temprana cronología y las limitaciones del director del taller hubo cierto desinterés en el cuidado del aparejo, quizá también las numerosas modificaciones a lo largo del tiempo han llevado a que hoy se nos muestre como fábrica mucho más descuidada de lo que en origen había sido. Por el exterior, los ábsides quedan encerrados en estrecho paso limitado por un muro edificado en fases sucesivas, a juzgar por el hecho de que parece conectar al menos con una torre de cronología antigua y por la coexistencia de vanos en aspillera hacia el exterior y abocinados hacia el interior junto a otros de mayor luz y apuntados, algunos de los cuales quizá tuvieron uso funerario. En la altura superior se abrieron miradores góticos tan cuidados que llevan a pensar en su edificación para residencia regia en tiempos de los Evreux, por el momento no documentada. La ventana del ábside septentrional conserva restos de decoración en los capiteles, con diseños en espiga y en roleos que contienen rosetas cóncavas, parecidos a los vistos dentro. En la ventana central queda un capitel original con palmeta inscrita muy deteriorado y en la meridional otra vez encontramos en ambos capiteles espigas, palmetas, círculos con cruces inscritas, volutas y palmetas inscritas, también combinando patrones de origen jaqués empleados en el interior. Los ábsides presentan una molduras ajedrezada por debajo de las ventanas y cornisa con el mismo motivo ornamental sobre canes lisos (están apareciendo como relleno de la obra gótica piezas de cornisa románicas que debieron ser desmontadas cuando se procedió al recrecimiento generalizado de muros). Los tres ábsides cuentan con pilastras lisas a manera de contrafuertes que parecen hacer el mismo papel de articulación de exteriores que las columnas en el ábside meridional de Jaca. En la restauración del siglo pasado fueron labradas muchas piezas para completar el alzado exterior de la cabecera. La cronología de la cabecera de Ujué puede establecerse con cierta seguridad teniendo en cuenta la referencia de la donación de Funes del 1089, donde se menciona su construcción en presente, lo que indica que para esas fechas estaría la obra en marcha. Su inicio tuvo que ser posterior a 1076, ya que en ese año fue cuando Sancho Ramírez, su promotor, recibió la ayuda de Ujué que agradecería años más tarde edificando el templo. Además, las semejanzas con Jaca, que se supone en obra en la década de los años ochenta de la undécima centuria, coinciden en esta datación. Autores como Durliat estiman que el proceso de degradación de los temas jaqueses en la iglesia que nos ocupa avala una cronología algo más tardía, de comienzos del siglo XII, de acuerdo con la datación que él mismo asigna a la catedral aragonesa. En cuanto a los maestros constructores, ya se ha señalado su dependencia de Jaca tanto en el trazado de la cabecera como en el complemento escultórico. Pero desde luego no dirigió la obra ujuetarra el maestro principal de Jaca, dadas las imperfecciones evidentes aquí, que contrastan con el refinamiento de la mayor parte del templo aragonés. En los alzados se tuvo en cuenta la solución aplicada en Leire, quizá, como se ha avanzado, por ir más lento el alzado de Jaca. De una campaña posterior, como revela el aparejo mucho más cuidado de hiladas iguales y superficies muy bien terminadas, así como el repertorio ornamental de los capiteles, data la torre añadida en el flanco meridional. Está situada al suroeste de la cabecera del siglo XI, de tal forma que con ella linda el muro meridional de la nave gótica. Añadidos y remodelaciones posteriores han modificado su aspecto inicial: por ejemplo, quedaron cegadas sus ventanas románicas originales y a cambio fue perforado su muro por un ventanal gótico de la iglesia. Cuenta con vanos a distintos niveles. Una amplia ventana abierta al Sur, que quedó temporalmente liberada durante las recientes labores de restauración, se adorna con dos arquivoltas sobre columnas y un tercer arco sobre pies derechos. Los cuatro capiteles ofrecen motivos propios del pleno románico, tratados con cierta libertad, lo que lleva a pensar en una fecha avanzada, quizá en el segundo tercio del siglo XII. No hay motivos característicos del románico tardío. De izquierda a derecha, el primero se adorna con grandes hojas lisas que se vuelven en volutas en las esquinas, curiosamente retorcidas hacia el interior de la hoja (lo normal es que la voluta se curve hacia el exterior). El segundo cuenta con una sucesión de bolas de varios tamaños a distintos niveles. Los cimacios se decoran con círculos secantes, como los que vemos en Aibar y otras iglesias derivadas de la catedral pamplonesa. Al otro lado del vano, el tercero cuenta con grandes hojas lisas que se vuelven en volutas hacia fuera y el cuarto tiene motivos vegetales casi irreconocibles por su estado de gran deterioro; los cimacios de este lado han desaparecido. Las basas se decoran con lengüetas y una cabeza. Más arriba se abre el cuerpo de campanas, con dos vanos hacia el Sur, en dirección a la población. También están adornados estos huecos con una arquivolta sobre columnas cuyos capiteles no hemos podido ver de cerca. Se decoran tres de ellos con hojas lisas, que recuerdan a diseños habituales en la segunda mitad del siglo XII, y el cuarto con motivos vegetales estropeados, probablemente palmetas inscritas. Los cimacios siguen el habitual tema de las palmetas inscritas y combinaciones geométricas. Las chambranas se adornan con roleos. Dispone de otro vano semicircular hacia oriente. En muchos lugares se ven marcas de cantero, con terminación en cuña, como fueron muy habituales en el románico pleno. La torre remata en sus cuatro caras con matacán corrido sobre ménsulas de tres lóbulos, muy similares a otros remates de torres góticas navarras. En la terraza superior se tallaron los correspondientes canalillos de desagüe que demuestran que no estuvo cubierta. En el siglo XIV se emprendió la reconstrucción de las naves, sustituyendo las antiguas por una gran fábrica de nave única, magnífica en sus dimensiones y rica en ornamentación escultórica. El hecho de que los monarcas de dinastías francesas, especialmente los Evreux, tuvieran en Ujué uno de sus destinos religiosos preferidos, hizo que se mantuviera la población en épocas críticas, especialmente en el siglo XV. La edificación gótica tuvo dos consecuencias para el templo románico. Por una parte, envolvió la cabecera en un conjunto que parece haber estado destinado a residencia regia (lo que explicaría el esmero de ciertos elementos como los ventanales) y por otra la amenazó con su destrucción, ya que habían dejado los enjarjes de los nervios preparados para que se dispusiera una nueva cabecera de mayor amplitud. Esta circunstancia quizá nos ha hurtado poder disfrutar de una exquisita cabecera del gótico radiante, pero desde luego ha permitido la conservación de un valioso ejemplo de la arquitectura románica navarra del siglo XI.