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Capitel de la ventana oeste: Sansón desquijarando al león

Identificador
09129_07_006
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de La Transfiguración del Señor

Localidad
Villalibado
Municipio
Villadiego
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
Gravemente herida, aunque en proceso de recuperación, esta solitaria iglesia se levanta dominando amplios pero desolados horizontes. Fue construida empleando piedra caliza local en despiece de mampostería, sillarejo y sillería, y sobre una primitiva iglesia románica de ábside semicircular, presbiterio recto y una nave, se hizo una ampliación tardogótica, añadiendo al sur otro nuevo cuerpo conformado por cabecera cuadrada y nave de dos tramos, además de un tercero a los pies, que corresponde al coro. La modificación que se lleva a cabo en este momento supuso además el cierre de la antigua cabecera románica, que pasa a convertirse en sacristía, mientras que su nave se cubre con bóveda de terceletes, organizándose también en dos tramos. Posiblemente ahora se levante también la torre, adosada al hastial occidental de la nave románica. Por último otra serie de reformas, acometidas seguramente durante los siglos XVII y XVIII, corresponden a la apertura de una capilla -nicho en la fachada meridional, para dar cabida a la pila bautismal , quizás entonces se añada el pequeño pórtico, pero sobre todo se renueva buena parte de la cabecera gótica, sin duda afectada por un derrumbe. Y es precisamente este problema, provocado por un deficiente asiento de la estructura, el que también corre el riesgo de reproducirse. Así pues, de aquella vieja iglesia románica se conserva la cabecera, toda la fachada norte de la nave y parte del hastial occidental, a lo que habría que añadir restos de un pórtico, embebidos en el tercer tramo de la nave gótica. Con la ampliación del templo desapareció toda la fachada sur, incluida la portada, mientras que los canecillos pasaron a ocupar los aleros de la nueva cabecera. Haciendo un recorrido con mayor detalles, nos encontramos con un ábside semicircular construido en sillería y parcialmente engullido por la cabecera gótica, momento en el que seguramente se levantó también un voluminoso contrafuerte. Exteriormente el hemiciclo porta un pequeño bancal, casi oculto por la actual cota del suelo, mientras que el muro se clarea con una ventana central, de saetera enmarcada por arco doble de medio punto, el interior con las dovelas decoradas con grueso bocel, caveto relleno de medias bolas y línea de sogueado, apoyando en columnillas acodilladas con las habituales basas de doble toro y escocia sobre plinto, fustes monolíticos y capiteles muy mutilados, el izquierdo representando a un personaje con un caballo y el derecho a varias gallináceas, ambos bajo cimacios de entrelazos. El arco exterior es simple, con sencillas jambas sin impostas, pero trasdosado por una chambrana ajedrezada que se prolonga por todo el muro absidal a modo de imposta. Llama la atención el hecho de que las dovelas y capiteles del arco interior, así como el arco de la saetera -decorado con motivos vegetales-, están labrados en piedra caliza blanca, de la que normalmente se utiliza en las mejores obras escultóricas de muchas iglesias y que en buena mediada suele ser piedra importada. El presbiterio, más ancho que el ábside, exteriormente sólo se aprecia en su lado norte, donde se nos muestra como un muro macizo. Adentrándonos en el interior del templo se puede comprobar que la vieja cabecera románica fue convertida en sacristía, pero conservando muy bien su estructura original. El hemiciclo absidal posee un bancal y aparece recorrido a media altura por una imposta ajedrezada, sobre la que se dispone la ventana, de arco doblado -ahora más sencillo que en el exterior-, mientras que otra imposta del mismo tipo da paso a la bóveda de horno. En cuanto al presbiterio, sus muros aparecen recorridos por las mismas impostas, cubriéndose con bóveda de cañón apuntado; en su muro meridional se abría un ventanal, sólo apreciable desde el interior, sobre la puerta de entrada a esta sacristía, y aunque se encuentra cegado debió tener un estructura muy similar a la del testero, trasdosado en el muro que mira al interior con chambrana ajedrezada. Sobre los paramentos interiores de esta cabecera románica se aprecian unas pinturas trazadas con anterioridad al cierre del vano del presbiterio, y por tanto previas a la construcción de la nave gótica. Consisten en un sencillo despiece de sillares, con llaga de color rosado ribeteada por finas líneas rojas, sobre fondo blanco, siguiendo un tipo decorativo muy frecuente en época gótica, como bien puede apreciarse en las restauradas pinturas de El Almiñé. La nave era de la misma anchura que el presbiterio, aunque ligeramente más alta, hecha también en sillería. Mientras que el lado sur, donde estaba la portada, fue totalmente desmantelado al ampliarse el edificio, el norte se conserva completo, con un contrafuerte en el punto de unión con el presbiterio para contrarrestar los empujes del arco triunfal. Aún así desconocemos la estructura de este arco triunfal, que fue cubierto con un tabique para separar la cabecera románica de su nave, aunque parece que llega a verse la forma apuntada. También se conserva el hastial occidental del primitivo templo, al que se adosó posteriormente la torre. Creemos que debió rematarse en una espadaña y bajo ella, dando luz al interior del templo, se abría un ventanal formado por una saetera enmarcado por arco de medio punto, con dovelas de aristas vivas trasdosadas por chambrana achaflanada y con columnillas acodilladas con capiteles decorados. La ornamentación de estas cestas es muy tosca y en la de la derecha aparece Sansón, en postura muy forzada, desquijarando al león -ocupando la cara del intradós- y, en el frente, una figura imberbe, vestida con aparatoso manto, cabalgando al modo femenino sobre otro león, todo bajo cimacio de tallos entrelazados en 8, como uno de los de la cabecera. La otra cesta muestra a unos cuadrúpedos -que también parecen leones-, picoteados por aves que se han posado sobre sus lomos y grupas; su cimacio aparece muy deteriorado, pero llega a verse la decoración de tallos formando roleos con hojas palmeadas. Los muros románicos conservan todavía in situ el alero original, mientras que los canes de los paramentos que se desmantelaron fueron realojados en la cornisa del testero de la cabecera gótica. Son en total 45 piezas, de las que 32 están en su ubicación original. Suelen se piezas sencillas, predominando los de nacela o los de formas geométricas (rollos, cilindros a modo de triglifos, nacelas escalonadas, bolas), aunque en algún caso aparecen toscas figuras o cabezas humanas, así como alguna figura animal (cabeza de vaca o cuadrúpedo), destacando entre el conjunto la representación de un arpista y otro personaje agarrando un barrilillo, al que posiblemente podemos identificar como otro músico, con un instrumento de viento. La cornisa del ábside es ajedrezada y la de la nave muestra grueso bocel, mientras que las piezas reutilizadas en la cabecera gótica son fundamentalmente de taqueado, aunque también hay alguna de simple listel y chaflán. Por último cabe hacer referencia a una curiosa estructura que aparece en el muro sur de la nave gótica, junto al esquinal suroeste. Se trata de dos sencillos arcos de medio punto de indudable cronología románica, dispuestos sobre un podio de aristas aboceladas. En realidad sólo queda un arco completo y la mitad de otro, separados por un pilar cuadrangular, igualmente de aristas aboceladas, y rematado por una imposta ajedrezada, sistema de soporte que se repite sobre la jamba más occidental. Sin duda son restos de un pórtico que debió ser bastante espacioso y cuya morfología de pequeños arcos separados por pilares cuadrangulares contrasta con el extendido modelo de esbeltas arquerías columnadas que suelen constituir el tipo habitual. Aún así existe constancia de pórticos románicos similares a éste en lugares tan alejados como Celada de Roblecedo (Palencia) o en las localidades sorianas de Fuentelsaz y Las Cuevas de Soria, además del mucho más dudoso de Paones. En cuanto a la cronología de la construcción románica del templo, posiblemente haya que pensar en dos momentos, uno correspondiente a la iglesia y otro al pórtico. En ninguno de los dos casos tenemos referencias lo suficientemente claras, aunque a tenor de la forma y decoración de la ventana del testero y por alguno de los canecillos, intuimos unas fechas de mediados del siglo XII para el templo. El pórtico quizás no se hizo mucho después, pues aún se sigue usando profusamente el ajedrezado, aunque quizás ya nos hallemos en las décadas finales de la centuria. Los derrumbes que afectaron el los últimos años a la torre, a alguna de las bóvedas y a la fachada occidental, hacían temer por la desaparición del templo a medio plazo. Afortunadamente este negro futuro de momento se ha evitado, pues en otoño de 2002 se han iniciado una serie de obras encaminadas a la total recuperación del edificio.