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Canecillo de la cabecera

Identificador
09540_01_003
Tipo
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés,Augustín Gómez Gómez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
Tartalés de Cilla
Municipio
Trespaderne
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL ACTUAL TEMPLO PARROQUIAL de San Martín (Madoz lo supone advocado a San Fermín), se ubica en el extremo sudoriental del caserío, en suave ladera. De reducidas dimensiones, consta de una muy rehecha nave cubierta con bóvedas de arista -”restaurada por el entusiasmo de un jesuita, el P. Portillo, quien pidió a los suyos 4.000 pesetas para llevarla a cabo”, según refería García Sáinz de Baranda- y cabecera de breve tramo recto y ábside semicircular. La cabecera es la estructura románica mejor conserv ada y se levantó en mediocre sillería de toba parcialmente enfoscada al exterior, cubriéndose el presbiterio con rehecha bóveda de cañón y el hemiciclo, unido mediante un codillo al anterior, con bóveda de horno, ambas cubiertas sobre imposta de listel y chaflán. El ábside se levanta sobre un zócalo de sillarejo rematado en moldura de talón invertido y en su eje se abre una muy modificada ventana, siendo al exterior el elemento más destacable la serie de canecillos que soportan la deteriorada cornisa, moldurada con un bocel. Comenzando la descripción por el costado meridional del ábside, vemos en primer lugar la representación de un ángel o evangelista de destrozado rostro nimbado, alado, sedente, ataviado con ropas talares y sosteniendo sobre sus rodillas un libro que muestra abierto. Los laterales de la nacela sobre la que se dispone la figura, tanto en este can como en la mayoría de los de la cabecera, se decoraron con una greca de volutas simulando ondas. El can inmediato aparece rasurado y en el siguiente muestra perfil de nacela con un rollo superior. Un león recostado que vuelve la cabeza y cuya cola se remata con un brote vegetal y cae sobre el lomo decora la pieza contigua, que recuerda en su factura algunas piezas de Oña hoy expuestas en la sala capitular y los canes de la portada occidental de San Pedro de Tejada. Los mismos orígenes podríamos suponer al modillón siguiente, ornado con una espléndida hoja de acanto, con la punta vuelta, muy recortada y de fuertes escotaduras, que tanto en el diseño como en las profundas acanaladuras parece obra del mismo taller que labró el capitel de la desaparecida iglesia de San Juan Bautista de Cillaperlata hoy conservado en el claustro alto de la catedral de Burgos. Tras otro can de simple nacela y dos más cuya decoración se ha perdido vemos, ya en la zona septentrional del hemiciclo, un personajillo sedente o acuclillado, vestido con túnica de pliegues rectos paralelos, que con ambas manos se sujeta las rodillas. El presbiterio, evidentemente reformado, ha perdido sus canes. El muro norte de la nave, que quizá sólo conserve la traza original y fuera rehecho, aparece coronado por una cornisa achaflanada, labrada a hacha, sobre canecillos románicos, de mayor tamaño y talla algo más ruda que los anteriores. La mayoría son de simple nacela rematada en un rollo, aunque los hay con una penca, una hoja de prominente remate avolutado, uno con un busto masculino de peinado a cerquillo y prótomos de cánido, un lobo de rugientes fauces y un caballo. El muro meridional y el hastial occidental son íntegramente fruto de la restauración de la primera mitad del siglo XX, ambos levantados en mampostería; el primero aparece coronado por canes modernos de cuarto bocel y sobre el segundo se alza una espadaña de dos troneras de medio punto. Accedemos al interior a través de una sencilla portada moderna abierta en el muro sur. Da paso de la rehecha nave a la cabecera un también reformado arco de medio punto doblado que apea en machones con columnas entregas en sus frentes. Sus capiteles fueron lamentablemente repicados, apreciándose sólo en el del lado del evangelio dos pequeñas cabezas monstruosas en el frente y dos figuras humanas en los laterales. Coronaban ambas cestas sendos cimacios con perfil de listel y nacela, en los dos casos albergando sendas inscripciones. El estado del cimacio de la epístola no permite discernir el texto (sólo reconocemos los caracteres ...VIM...), mientras que en el del lado del evangelio se lee: + RVDERIGVS GALECIANO FECIT , y en la línea superior creemos leer IEG (¿eglesia?), que deja constancia de la participación en la construcción del templo de un tal Rodrigo, de procedencia galaica. Reutilizado como soporte de la mesa de altar encontramos un capitel románico de grandes dimensiones, buena calidad y afortunadamente bastante bien conservado, alzado sobre una basa de perfil ático y amplia escocia, ambas piezas procedentes de una columna entrega, quizá de la nave primitiva. La cesta se decora con dos personajes acuclillados que con sus brazos alzados se agarran a las grandes volutas que, entre florones, coronan el capitel. Estas figuras aparecen enredadas por tallos que son sujetados por otros dos personajes en los laterales de la pieza, mientras que en el frente estos tallos se anudan y dan lugar a piñas. Su buena factura recuerda modelos onienses y los rostros los de algunos canecillos de San Pedro de Tejada. En el interior de la iglesia se conserva además un lóculo para reliquias con su tapa en forma de sarcófago de doble vertiente, seguramente procedente del primitivo altar. La cronología de San Miguel de Tartalés podría girar en torno a los años centrales del siglo XII.