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Callejón junto a la iglesia de Santiago

Identificador
31100_01_234
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Carlos Villasante Díez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santiago

Localidad
Puente la Reina / Gares
Municipio
Puente la Reina / Gares
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LA PARROQUIA DE SANTIAGO, la principal de la localidad, se sitúa en la calle mayor de la población puentesina, que es al mismo tiempo camino jacobeo. El edificio eclesial llegado a nuestros días es una construcción del siglo XVI, que sustituye a una anterior románica, de la que se conservan restos reconocibles en los muros perimetrales y en dos portadas, una muy sencilla abierta a los pies y la que vamos a estudiar, emplazada en la fachada meridional. Una descripción previa a las obras de sustitución ejecutadas en época renacentista nos informa someramente acerca de la organización arquitectónica del primitivo templo medieval. Como ha estudiado Jimeno Jurío, se ordenaba mediante tres naves separadas por columnas. Lamentablemente estos datos no resultan suficientes como para adscribir la arquitectura destruida en dicho siglo XVI bien al románico pleno, bien al tardorrománico. Por otra parte, sí consta por documentación la existencia de un templo suficientemente digno como para acoger al rey con su corte ya en la primera mitad del siglo XII. En efecto, la concesión de fueros a Villavieja (illam meam villam uetulam) que el rey García Ramírez el Restaurador ordenó probablemente en 1142 (la cronología es dudosa por una inconsecuencia entre la datación de la copia existente en el cartulario y las fechas del reinado del monarca emisor) tuvo lugar en este templo: Facta carta et precepto in ecclesia Sancti Iacobi de Ponte Regine. Como las restantes iglesias de la localidad, quedó vinculada al arcedianato de la cámara cuando éste fue instituido a comienzos del siglo XIII (1205-1209). No es posible deducir de este dato una campaña de obras derivada de la nueva situación, por más que coincidan las fechas con la cronología habitualmente propuesta para la puerta que aquí estudiaremos. La portada de Santiago ha sido datada, por sus características formales, en el primer tercio del siglo XIII. Fue ubicada en un amplio resalte adelantado sobre el muro meridional del templo, lo que le permitió desarrollar una gran monumentalidad, al facilitar el abocinamiento. Compositivamente se organiza mediante cinco arquivoltas, separadas por baquetones flanqueados por molduras sencillas. Dichas arquivoltas enmarcan un arco interior lobulado formado por dovelas en que se esculpieron una figura y un remate de lóbulo baquetonado. Cada arquivolta está constituida por una sucesión de dovelas individualizadas, en cada una de las cuales fueron talladas escenas, personajes o seres fabulosos, además del correspondiente fragmento del baquetón moldurado. El conjunto de las cinco arquivoltas apoya sobre un friso continuado de capiteles y elementos esculpidos intermedios, que se prolonga a ambos lados por la totalidad del frente del resalte mural. Se cuentan, a cada lado, cinco capiteles y otras tantas superficies talladas intermedias, que descansan respectivamente en cinco columnas monolíticas y cinco baquetones despiezados, culminados por cabezas humanas y monstruosas. También las esquinas exteriores del resalte mural se decoran con baquetones verticales rematados en cabezas. El arco interior lobulado descansa, por su parte, en montantes hoy adornados con puntas de diamante, fruto de una reciente restauración (los antiguos se encontraban completamente estropeados). Columnas, baquetones y montantes apoyan en un zócalo continuo que preludia los bancos que serán frecuentes a partir de la segunda mitad del siglo XIII. En las enjutas del abocinamiento, sobre el friso que prolonga la línea de capiteles, aparecen dos grandes relieves, uno con escena de lucha entre guerrero y león rampante, y otro con restos de dos figuras humanas de vestidos talares. La portada en su conjunto recuerda a un modelo anterior, de finales del románico, el de la portada de San Miguel de Estella, aunque difiere en la elección y distribución de los temas iconográficos. En el caso de la iglesia estellesa los asuntos se reparten de manera muy ordenada y plenamente acorde con las pautas de los comienzos del tardorrománico. En cambio, la puentesina destaca por el menor rigor en el reparto de motivos dentro de cada rosca y por incorporar mayores novedades en la elección de los temas. Además, entre los elementos que anticipan lo que será muy habitual en época gótica, advertimos el comienzo de la fusión de los elementos arquitectónicos sustentantes, que se concreta en un friso corrido de capiteles (en lugar de la individualización de los soportes, propia del románico), así como la adopción de la línea continuada del cimacio. Por otra parte, las cabezas de hombres y mujeres que rematan (o devoran) los baquetones verticales entre columnas presentan un tratamiento de los rasgos faciales, así como cortes de pelo y tocados, que pertenecen a las primeras décadas del siglo XIII, superando por tanto las modas plenamente románicas. Una de las cabezas masculinas, sin tocado, presenta melena corta, de escaso flequillo, frente a los largos cabellos y barbas propios de los siglos XI y XII. El rostro avanza hacia la belleza gótica, buscándose ese objetivo en la geometrización de los ojos y la pureza de los contornos. Otra cabeza masculina usa la cofia que se va generalizando en los usos del vestir, como tocado independiente del atuendo militar, a partir de 1200. Antes de detenernos en el análisis iconográfico de los temas más interesantes, haremos una breve descripción de su distribución. Como se ha dicho, el arco lobulado interior presenta una sucesión de ocho arquillos con siete figuras sedentes que abren los brazos para agarrar los tallos curvos que las enmarcan. Vienen a continuación las arquivoltas. Dentro de una acumulación de escenas de lucha, figuras del bestiario, ángeles y algún ser humano, en general muy deterioradas, destaca la presencia de dos ciclos bien desarrollados. En la tercera arquivolta se extiende una narración de pasajes de la Infancia de Cristo, que comienza a partir de la cuarta dovela empezando a contar por la derecha del espectador. El ciclo continúa por la tercera dovela de la cuarta arquivolta, esta vez contando por la izquierda y hasta la clave. Por otra parte, a partir de la tercera dovela de la cuarta arquivolta contando por la derecha da inicio otro ciclo, esta vez del Génesis, que asimismo se extiende a partir de la tercera dovela de la quinta arquivolta, contando por la derecha, y hasta la clave. La portada de Santiago presenta un contenido temático que innova con respecto a los temas más vistos en el románico y que en este caso se concreta en el desarrollo de un completo ciclo del Génesis, incluyendo escenas de la Creación, de la historia de Adán y Eva, y de Caín y Abel. Resultan reconocibles la creación de los ángeles, la de los astros, la de los animales, la de las plantas, la de Adán, la de Eva, el Pecado Original, la reprensión de Dios a los primeros padres, la expulsión del paraíso, los trabajos de Adán y Eva, los sacrificios de Abel y Caín, el asesinato de Abel por Caín y la maldición de éste último. La alternancia de estas escenas con un detallado ciclo de la Infancia trata de mostrar al amplio público el nexo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, a través del pecado de nuestros primeros padres, la promesa de la Redención y la llegada y manifestación del Mesías. Otros temas de carácter simbólico, visibles en el románico y gótico, son el enfrentamiento armado entre caballeros o la lucha del guerrero contra el monstruo. Además, la presencia de un amplio repertorio de bestias de difícil identificación, tanto por el estado de la piedra como por el abandono de los rasgos ortodoxos de los monstruos concedidos por los bestiarios de la época, para crear nuevas formas de carácter híbrido, nos acerca a los seres monstruosos y marginales del gótico. Respecto al análisis iconográfico, diremos que las dovelas correspondientes al Antiguo Testamento, tomadas del libro del Génesis, se localizan en el lateral derecho de la portada. Los temas abarcan desde la creación del mundo a la muerte de Abel, siguiendo por tanto el relato bíblico y faltando la escena del homicidio de Caín por parte del ciego Lamec, episodio tomado de textos apócrifos judíos. Observando estas escenas destacaremos momentos significativos en cada ciclo, como es la bellísima dovela de Dios y los ángeles, que habla de la calidad del taller escultórico de esta iglesia, a pesar de lo dañado que nos ha llegado. Composiciones como la dedicada al cuarto día de la creación, en que se forman los animales, introducen novedades iconográficas, como el hecho de que Dios atraviese con su lanza al dragón recién alumbrado, anuncio del papel que el reptil va a jugar en la Historia Sagrada como imagen del diablo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Otras representaciones de este ciclo veterotestamentario siguen una iconografía más clásica, atendiendo a la interpretación más tradicional del texto bíblico; por ejemplo, la serpiente sigue tentando bajo un rostro de reptil y Caín mata a Abel con una azada, cuando por estas fechas los textos y algunas representaciones habían introducido las novedades de la serpiente con aspecto femenino o la quijada de asno como arma del primer homicida. Respecto al Nuevo Testamento, se hace presente en la portada a través de un completo ciclo de la Infancia que abarca desde la Anunciación, incluyendo la Visitación, el Nacimiento y el baño del Niño, el Anuncio a los pastores, la Presentación en el templo, los Reyes Magos ante Herodes, la Epifanía, el Sueño de los Magos, Herodes y el diablo, la Matanza de los Inocentes, el segundo Sueño de José y la Huída a Egipto. Destacamos el gusto por repetir determinados momentos, lo que explica que haya dos representaciones de la Natividad o dos dovelas dedicadas a la Matanza de los Inocentes. No faltan escenas menos representativas del relato, como son el Sueño de José o el de los Magos, además del asesoramiento diabólico de Herodes, que supone una peculiaridad iconográfica escasamente conocida en el panorama románico peninsular. El tema del diablo aconsejando a Herodes el infanticidio aparece también en la iglesia tudelana de la Magdalena, así como en varias iglesias sorianas, como Santo Domingo, San Juan de Duero y la sala capitular catedralicia de Burgo de Osma. Estilísticamente este último ciclo presenta gran calidad en su elaboración, lo que se manifiesta en aquellas creaciones que han llegado en buen estado de conservación, como la Anunciación a María o momentos tan bellos como la Epifanía y el Anuncio a los Pastores. Además de los temas bíblicos, el resto de la portada está ocupado con temas variados que se pueden agrupar temáticamente en torno a escenas de lucha, figuras del bestiario, ángeles y algún ser humano. Algunas de ellas corresponden a una reinterpretación de una cita bíblica en la que San Pablo anima a los cristianos a luchar como soldados con las armas de la virtud contra el vicio, concretamente en su Epístola a los Efesios (6, 10-20). Así hay guerreros que luchan contra un león o un dragón o inciertas representaciones de un santo -personaje aureolado- que se enfrenta a un diablo. Hay figuraciones aisladas del dragón, exhibido en toda su potencia, e híbridos como la arpía, cuya imagen está configurada desde la mezcla del rostro de mujer en el cuerpo de un ave y la cola de escorpión, rasgos que hablan de su carácter maléfico. Hay ángeles aislados y seres humanos con útiles agrícolas. Esta relación de escenas de distinta significación, componen un panorama de alternancia de imágenes positivas y negativas que ya se había conocido en portadas de otros templos románicos navarros, como San Miguel de Estella o Santa María de Sangüesa, o en canecillos de la cornisa del monasterio de Irache y en la cabecera de un templo cercano a éste, como es Santa María de Azcona. El conjunto se remata con una escena de gran valor catequético que ocupa un lugar privilegiado en la jamba derecha de la portada: se trata de la boca infernal que se abre para recibir los condenados. Las torturas del infierno se vienen concretando desde las primeras representaciones románicas en una cabeza de animal que abre desmesuradamente sus mandíbulas para devorar las almas condenadas. La imagen recuerda al temible Leviatán del Libro de Job y se ha ido enriqueciendo con elementos provenientes de los Evangelios Apócrifos -como el Evangelio de Nicodemo- y las leyendas escatológicas. En este caso es una cabeza de león, por los vellones marcados y las grandes fauces en las que sufren dos pecadores; todavía un demonio introduce su pata en la boca para permitir la entrada de las almas pecadoras, entre ellas el avaro, identificado por la bolsa de monedas al cuello. Para terminar la lectura de la fachada, el tratamiento de figuras marginales que componen un bello conjunto decorativo, al margen de una mayor significación, sigue presentando un gran cuidado en su elaboración, como lo demuestran las figuras entre roleos del arco angrelado interior, o las cabezas que rematan las columnas y soportan los capiteles. Cronológicamente determinados elementos resultan de gran utilidad para su datación, como son los temas esculpidos o las noticias que nos aportan la vestimenta civil y militar. Todo ello confirma la datación en el primer tercio del siglo XIII que ya habían apuntado las informaciones arquitectónicas y escultóricas. Esta portada se ha relacionado en su esquema arquitectónico, ausencia de tímpano y uso del arco lobulado con otras fachadas semejantes y cercanas geográficamente, como son las de San Román de Cirauqui y San Pedro de Estella, con la salvedad de que estas últimas -idénticas también en escultura- avanzan cronológicamente por el uso del arco apuntado y de nuevos repertorios ornamentales. Algunas de estas coincidencias escultóricas permiten ver la participación de este taller de Santiago en unos restos tallados conservados en el claustro de San Pedro de la Rúa. Un análisis de los mismos, así como un rastreo de las fuentes documentales, nos hacen deducir que estos fragmentos de capiteles adornaban la misma capilla donde hoy se encuentran. Los soportes están ocupados por temas de Infancia entre los que señalamos, por su similitud con los vistos en la portada que acabamos de analizar, el Nacimiento de Cristo, la Matanza de los Inocentes y la Huida a Egipto. Estos relieves suponen una continuidad del taller escultórico de Santiago de Puente la Reina.