Pasar al contenido principal
x

Cabeceras

Identificador
09125_15_008
Tipo
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Augustín Gómez Gómez,Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
Villaute
Municipio
Villadiego
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
ERIGIDO EN SU TOTALIDAD en sillería caliza, la mayor peculiaridad de este edificio románico es que posee dos naves con sus respectivas cabeceras. Como en otras iglesias de doble estructura, ambas naves no son fruto de una tipología románica, sino de una ampliación. Efectivamente, cada una de ellas corresponde a un momento diferente del arte románico, pues en la segunda fase se eliminó la primitiva fachada meridional y se duplicó el espacio, con el aspecto final que hoy podemos contemplar. En momentos posteriores se abrió una sacristía en el muro septentrional, y otra edificación en el mismo lado que finalmente se ha derribado. También pertenece a un período posmedieval la espadaña situada a los pies, con dos grandes contrafuertes que llegan a media altura. La edificación más antigua es la que corresponde a la mitad septentrional, tanto la cabecera como la nave. Al exterior la cabecera presenta un ábside semicircular con una ventana enmarcada entre dos columnas adosadas, que parten de podio rematado en bocel y que dividen el hemiciclo en tres tramos. La ventana posee dos arquivoltas, la interior con decoración de dientes de sierra, la otra con sogueado, y finalmente una chambrana con billetes. En el capitel de la derecha se representan a dos aves afrontadas que entrelazan sus cuellos, mientras que en el de la izquierda se dispone una sirena que agarra con ambas manos su doble cola. Los cimacios son de tallos sinuosos de los que nacen trifolias. Las columnas adosadas se rematan en el alero con sendos capiteles, decorados con hojas bulbosas y nervadas, volutas que se vuelven en los ángulos de la cesta, y cabezas humanas y de animales en el hueco que dejan las volutas. El alero está decorado en el tramo del ábside con cornisa ajedrezada sostenida por canecillos figurados. En el tramo central hay tres piezas, una con un hombre con capucha al que se le ve por debajo el sexo. Este motivo trae a la memoria algunas imágenes del mes de febrero, el mes más frío, que habitualmente es representado con un hombre que se calienta ante el fuego y donde no faltan ocasiones en las que el campesino levanta sus faldas para calentar su genitales, tal y como lo podemos ver en el libro de las Très Riches Heures del duque de Berry, el Marcolfo de Orense y, más cercano a nuestra iglesia, en la portada de Hormaza. A la derecha del exhibicionista el canecillo representa a un saltimbanqui y a la izquierda a un león rampante. En el tramo más septentrional los tres canecillos son también figurativos, en esta ocasión con un hombre sedente al que le faltan las manos, una cabeza de felino y una cabeza humana. En el tramo más meridional sólo son dos los canecillos existentes, pues con toda seguridad con el añadido de la nueva nave se perdió uno. Los dos que nos han llegado están muy deteriorados, pero en uno de ellos todavía se pueden ver dos manos en el sector inferior y parte de un cuerpo humano, esto es, otro saltimbanqui. El restante por el contrario es imposible adivinar qué representaba. Un codillo marca el inicio de un amplio presbiterio, que sólo se puede ver al exterior en el lado norte, pues el lado opuesto sólo es perceptible desde el interior. En un sillar en el lienzo septentrional hay una inscripción con una fecha: E : N : CCXXXI Sobre cada uno de los tres grupos de letras aparece la vírgula de la abreviatura y debemos entender además que la N -que está bien clara-, en realidad debiera ser una M, de modo que la lectura sería: “Era milésima ducentésima trigésima primera”, o lo que es lo mismo, el año 1193, fecha que hemos de entender como la de la construcción de toda esta parte norte. El muro de la nave correspondiente se halla sólo interrumpido por la moderna sacristía, rematándose con una cornisa de nacela sostenida por un conjunto de canecillos de proa de nave, a excepción de uno de bola con caperuza. El ábside meridional siguió el esquema del septentrional, pero se omitió la ventana y la decoración de billetes del alero, lo que le da una apariencia más austera. Al igual que el parejo, dos columnas adosadas lo dividen en tres tramos. Los capiteles son mucho más esquemáticos y sólo se resaltan unas protuberancias en los ángulos. Por otro lado para, salvar el ligero desnivel, se marcó mucho más el zócalo sobre el que asienta, y se resaltó aún más el plinto sobre el que apean las basas, en una de las cuales todavía se puede ver una decoración de sogueado. También en este ábside, tres canecillos en cada lado sostienen el alero, pero en esta ocasión se ha recurrido a motivos de nacelas superpuestas, bolas y proa de nave. Desde el exterior, la transición entre el ábside y el presbiterio se marca con un pequeño codillo. Aquí se observa cómo sólo los sillares inferiores, concretamente dos de ellos, están pasantes, mientras que el resto están adosados. Esto quiere decir que en algún momento ha habido una alteración de la fábrica, cuya primera hipótesis parece dirigirse en el sentido de que toda la fachada sur fue remontada con posterioridad. Pero en realidad esto no fue así sino que donde ha habido alteraciones ha sido en el ábside, en el que buena parte de sus sillares han sido renovados, apreciándose con claridad las marcas de talla de un instrumental de época moderna. A esta obra se deben referir en Villaute cuando nos comentan que los Libros de Fábri - ca -que nosotros no hemos podido consultar- recogen la reconstrucción de este ábside en el siglo XVII, aunque claramente fue sólo una renovación de parte del paramento, permaneciendo su estructura según fue creado en origen. La portada, que se abre en la fachada meridional, sin duda perteneció a la nave norte, trasladada a su nueva ubicación cuando se hizo la sur y reformada en época moderna, con inclusión de un arco en su intradós. Avanza respecto al muro y se eleva hasta la cornisa, recurso que se observa en algunas de las iglesias románicas más próximas, como son Boada de Villadiego o Villamayor de Treviño. Las arquivoltas son de baquetón las dos interiores y lisa la exterior, apeando todas ellas sobre cimacios de doble nacela los izquierdos y de roleos los de la derecha. A cada lado se disponen dos capiteles. El interior del lado oeste presenta a dos grifos afrontados que juntan picos y patas; el exterior es de hojas verticales, con marcados nervios a bisel, muy similar a otro que podemos ver en la iglesia de Coculina. El interior del lado oriental es de hojas nervadas, dispuestas en tres planos y rematando en bolas; el contiguo, algo deteriorado, posee cuatro grifos. La escultura, especialmente el capitel vegetal, revela un parentesco con los del arco de triunfo del lado norte. La cornisa del muro sur está sostenida por una hilera de canecillos, que a excepción de una cabeza humana, son todos de nacela, bolas, proa de nave y cuarto de bocel. La estructura interior de la iglesia presenta claramente las reformas que se hicieron cuando se amplió la primitiva nave única a las dos actuales. Ambos ábsides se cubren con bóveda de horno y los presbiterios con bóvedas de cañón. En el muro que separaba los dos presbiterios se realizó un vano de unos dos metros. Llama la atención que los sillares de una y otra parte estén labrados a hacha, mientras que la abertura está hecha con trinchante, síntoma de un vano realizado en una época posterior. Este arco presenta además una mayor luz en el lado meridional que en el septentrional, dando lugar allí a una pequeña capilla que rompe la simetría entre las dos cabeceras. Sin embargo, los arcos torales están perfectamente alineados. Por otro lado, el pilar en el que descansan los torales y el formero que separa las naves -que en este lugar apea sobre una ménsula-, posee un pequeño codillo en el lado norte. Lógicamente, este pilar con una base irregular es fruto del aprovechamiento del antiguo triunfal norte y la necesidad de ampliarlo para el nuevo triunfal sur. Una línea de imposta con ajedrezado recorre el ábside y presbiterio septentrionales y su correspondiente arco triunfal es apuntado y doblado, con semicolumnas cuyas basas quedan ocultas por el pavimento. El capitel del lado norte, que nos remite a la portada, porta anchas hojas que se solapan en tres planos, con finos nervios tallados a bisel y con las puntas vueltas o enrolladas, contando con un cimacio de rosetas. El del lado sur repite un esquema similar, tanto en el capitel como en el cimacio, pero las hojas de la cesta ahora son lisas y las puntas se vuelven, pendiendo de ellas pequeñas bolas. Por el contrario en el ábside sur, la imposta que rodea hemiciclo y presbiterio es de listel y chaflán y así continúa en los cimacios que coronan los capiteles. Éstos presentan una decoración sumamente tosca, el norte presidido por una trifolia, flanqueda por una cabeza de cerdo y por lo que parece una figura humana, mientras que el sur muestra dos simplísimas aves apenas esbozadas, todo lo cual denota ya un arte protogótico. Aun así la estructura de este triunfal es muy similar a la del anterior, con arco apuntado y doblado, con las consabidas semicolumnas, cuyas basas en este caso quedan a mayor altura, pero está muy mutiladas. Esta capilla mayor del lado de la epístola tradicionalmente fue de exclusivo uso funerario de la familia Varona, aunque más recientemente es conocida como “capilla de los Semprún”, por otras vinculaciones más recientes de aquel viejo linaje. La separación de las dos naves se hace mediante dos arcos formeros apuntados, de amplia luz, que reciben el apoyo de la cumbrera del tejado a dos aguas que cubre al templo. El pilar central tiene un plinto rectangular sobre el que apoyan las columnas adosadas, cuyos capiteles son sencillas cestas con pequeñas bolas angulares y cimacios de chaflán, en la misma línea que los del arco triunfal de la capilla sur o los exteriores del mismo ábside. Toda la parte occidental denota grandes reformas, posiblemente de cuando se levantó la espadaña, lo que hace que en planta presente grandes irregularidades. A los pies de la nave norte está el coro de madera, y en la sur una pequeña capilla con la pila, cuya factura pudiera coincidir -sin asegurarlo- con la época de construcción de una u otra parte del templo, especialmente con el lado donde ella misma se halla ubicada. Tiene una altura de 75 cm y un diámetro de 110 cm y su vaso hemisférico se decora al exterior con una ancha cenefa gallonada bajo la que se disponen otra serie de gajos, apeando sobre un corto basamento circular con toro y escocia. Las características escultóricas y arquitectónicas indican que existen al menos dos fases en la construcción románica. La primera puede datarse por la inscripción en 1193 y las peculiaridades de su escultura, más relacionada con la tradición románica, así permiten sostenerlo. No mucho después se realizó la ampliación a una segunda nave, la sur. Aquí el tratamiento de la escultura es diferente, y si en los canecillos se mantienen unas características más próximas al anterior taller, el conjunto de capiteles nos están indicando que se trata de una obra hecha ya en pleno siglo XIII.