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Cabecera doble de Santa Maria de Requesens

Identificador
17086_04_010
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.450579, 2.938197
Idioma
Autor
Marcos Ojosnegros Marín
Edificio (Relación)

Santa Maria de Requesens

Localidad
Jonquera,La
Municipio
Jonquera,La
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa Maria de Requesens

Descripción

Iglesia de Santa Maria de Requesens

 

La iglesia de Santa Maria se encuentra cerca del castillo de Requesens, en la vertiente sur del mismo cerro. Justo antes de llegar al castillo cruzamos un pequeño puente sobre el río Anyet, en el que el camino se bifurca. En vez de subir por la carretera que conduce al castillo, descendemos por la pista que se dirige a la población de Sant Climent Sescebes, y a los pocos metros encontramos la iglesia.

 

La iglesia de Santa Maria de Requesens aparece como propiedad del monasterio de Sant Quirze de Colera en el falso precepto de Carlos el Calvo de 844, que en realidad es un documento del siglo xiii. Así, la noticia fiable más antigua sobre el lugar de Requesens está en otro precepto de Carlos el Calvo, auténtico, fechado en junio del año 859, en el que se otorgan varias propiedades a un magnate llamado Oriol, entre las cuales la villa de Richusins en el pagus Petralatensis. No obstante, aquí no se menciona la iglesia de Santa Maria. Ramon d’Abadal considera que este Oriol era el hijo del conde Alaric I d’Empúries, casado con Rotruda, hija del conde Berà de Barcelona. En realidad, la iglesia no se documenta hasta 1279 y 1280, durante el proceso de recaptación de los diezmos de los templos e iglesias del arcedianato de Empúries para sufragar las cruzadas (Rationes Decimarum). En otro documento de 1280, el obispo gerundense Bernat de Vilert concede al caballero Berenguer de Fontcoberta una parte del diezmo de la parroquia de Santa Maria de Requesens, que había heredado de su tío Ramon de Llabià. Se sabe que al menos hasta 1320 la iglesia perteneció este linaje, por parte de Francesc de Fontcoberta.

 

Santa Maria es un templo de dos naves acabadas por sendos ábsides semicirculares. En la actualidad, la construcción se encuentra en un estado de total abandono. Interiormente revela que fue transformada en vivienda, para lo que las naves fueron divididas en dos pisos y se usó la planta baja para albergar ganado. El exterior también ha sido muy transformado, con varias construcciones adosadas a sus muros: por ejemplo, un corral alzado en la parte oeste, o unas escaleras de acceso a las plantas superiores añadidas en el costado sur. Todos estos añadidos complican la observación del templo, que no obstante conserva la mayor parte de su estructura primitiva. Puede que una parte importante de las reformas se hubiesen realizado hacia 1752, que es la fecha inscrita en el dintel de una puerta abierta también en el muro sur. Hay que añadir que en el sector norte el muro está parcialmente enterrado por la ladera, hasta casi la mitad de su altura.

 

Hechos estos apuntes, centrémonos en lo que son las estructuras románicas del templo. La nave meridional presenta una mayor anchura y longitud que la nave norte. Por la interdependencia estructural entre ambas, parece que se trata de un proyecto inacabado de un templo basilical de tres naves, del que tan sólo llegaron a realizarse las dos que se conocen. Como resulta obvio, a tenor de sus dimensiones, la actual nave sur habría correspondido a la nave mayor en el diseño original. Según indica Joan Badia, la tercera nave del hipotético diseño original nunca habría llegado a ser alzada, aunque sí podría haberse iniciado, según parecen indicar unos mínimos vestigios localizados en el exterior del actual muro sur, los cuales podrían corresponder al arranque de un muro y de una pilastra. Siguiendo con el análisis de la planta, hay que apuntar que ambos ábsides presentan un perfil ultrapasado, con lo que se crea un pequeño espacio preabsidal. El semicírculo meridional presenta unas mayores dimensiones, lo que sigue con la lógica de las mayores proporciones de la nave. Además, introduce una ligera desviación del eje longitudinal hacia el Sur.

 

En cuanto a las cubiertas, que sólo pueden observarse accediendo al piso superior, la nave mayor ostenta una bóveda de cañón hecha con losetas dispuestas longitudinalmente, en la que aún se pueden observar las marcas de los encofrados. La bóveda está reforzada en la parte central por un grueso arco fajón, que descansa sobre una pilastra adosada al muro en la parte sur y sobre una consola con forma troncopiramidal invertida en la parte norte. Por su parte, el arco triunfal presenta la misma tipología y características que el fajón ahora descrito. Ambos muestran unas dovelas bien labradas. El ábside mayor se cubre, como también el menor, con bóveda de cuarto de esfera. La nave septentrional revela, a diferencia de la anterior, una bóveda con perfil de cuarto de círculo, que por cierto también conserva las marcas de los encofrados que se usaron en su fábrica.

 

Hay que fijarse en la unión entre las naves, que se realiza mediante un arco formero de una gran luz, con dovelas de grandes dimensiones, que va desde el inicio de la cabecera y se extiende por la longitud de toda la nave. Se considera que este elemento no es original, sino que correspondería a una reforma en la que se habrían eliminado dos arcos formeros originales de comunicación de los dos espacios (notemos que con la construcción del gran arco se habría derribado el pilar norte de sustentación tanto del arco fajón del centro de la nave, como del arco triunfal, por lo que su apoyo en este lado no es simétrico).

 

El edificio no conserva ninguna abertura en su estado original, que debieron ser transformadas o eliminadas posiblemente durante las reformas del siglo xviii. No hay el menor vestigio de ventanas absidales y parece que en el muro sur, actualmente perforado por varias aberturas sin duda muy posteriores a la etapa primitiva, se han identificado los restos de dos ventanas de derrame simple que pertenecerían a aquella fase. Hay que precisar que el frontis del ábside norte presenta un óculo cegado de datación incierta y que en todo caso es la única de las aberturas que podría considerarse original. El estado de la puerta de acceso, abierta en el muro occidental de la nave sur, no corresponde al que presentaba en un principio, puesto que ésta fue sustraída en 1893 y parte de sus componentes se añadieron a la portada de la capilla neorrománica dedicada a san Román del cercano castillo de Requesens.

 

En el exterior, la iglesia dispone actualmente con una cubierta a dos aguas. En su estado original, el alero estaba perfilado por una cornisa de la que se conservan algunos tramos, los cuales indican el nivel inicial de las cubiertas, que han sido sobrealzadas en el ábside norte y las naves. En las partes en que se distinguen los paramentos originales, se constatan algunas diferencias. Por un lado, la nave sur luce un aparejo con sillares simplemente desbastados dispuestos en hiladas irregulares; por el otro, en la nave norte encontramos un aparejo a base de sillares dispuestos a soga y tizón, que forman hiladas regulares.

 

Para terminar, hay que referirse a la datación de este singular edificio. Lo primero que se construyó fue, sin duda, la nave sur junto, con su ábside; por sus características constructivas seria fechable durante la primera mitad del siglo xi (pensemos en la profundidad de los ábsides, que sería una reminiscencia de la arquitectura prerrománica). Contemporáneamente, o en un momento inmediatamente posterior, se habría iniciado la fábrica de la nave norte, que presenta una tipología análoga. Ya en el siglo xii, esta se habría rehecho con la instalación de una portada con decoración escultórica, que luego, como se ha dicho, en el siglo xix se arrancó y se dispuso en la moderna capilla del cercano castillo de Requesens.

                                                              

Portada

 

La disposición actual de la portada en la capilla de Sant Romà del castillo parece seguir aproximadamente la obra en su lugar original, según se deduce de una fotografía antigua con la portada todavía in situ en la iglesia de Santa Maria, la existencia de la cual atestigua Joan Badia i Homs. La imagen, borrosa, muestra una portada muy degradada, con algunas dovelas caídas y el tímpano oculto.

 

En su actual presentación, la portada presenta un triple arco de medio punto en gradación con dovelas de diferentes materiales (piedra calcárea y granito), creando con ello una alternancia de colores. El arco exterior muestra una cenefa en zigzag incisa en su perfil interno, mientras que en la clave del mismo hay labrada una Dextera Domini en bajo relieve. Lo más destacable escultóricamente es el tímpano, que está decorado con la imagen de la Virgen sedente en un trono, con niño en el regazo, según la tipología de la Sedes Sapientiae. Ambos lucen nimbo, que en el caso del Niño es cruciforme. María sostiene un objeto con la mano derecha, en la actualidad muy desdibujado e inidentificable. Dos ángeles arrodillados y en actitud orante flanquean las figuras centrales. Por debajo, el dintel, que es monolítico, exhibe una cruz griega inscrita en un círculo con semiesferas en los cuartos, todo ello esculpido en bajo relieve. En su parte superior, este dintel presenta una cornisa de caveto con pequeños escudos lisos que continúa por la parte alta de las jambas, en dónde se esculpen semiesferas, igual que en la parte baja del mismo. Por último, por encima del conjunto de la portada se abren dos ventanas superpuestas coronadas con arco de medio punto, una de las cuales luce dos cabezas zoomórficas esculpidas.

 

Aunque tanto la fotografía antes mencionada, como algún testimonio oral recogido por Badia i Homs, parecen demostrar que en efecto la portada fue reaprovechada, por lo menos en parte, es difícil distinguir cuales de sus elementos tienen un origen verdaeramente antiguo. Hay que suponer que se crearon piezas a imitación de las que se reaprovecharon, creando con ello la totalidad del conjunto. Por sus caracteres estilísticos, el tímpano, con unas líneas simples y rígidas (y que recordemos que no es visible en la fotografía antigua), se ha considerado un original románico del siglo xii, aunque por su factura estilística ello parece dudable. No obstante, en lo que a temática se refiere, el tema que presenta tiene en efecto tradición en los tímpanos esculpidos de la región norcatalana; entre sus varios paralelos, cabría destacar quizás el tímpano de Santa Maria de Cornellà del Conflent, en el Rosellón.

 

Texto y fotos: Marcos Ojosnegros Marín – Planos: Carlos Javier García Muñoz

 

Bibliografía

 

Abadal i de Vinyals, R., 1926-1952, II, pp. 352-354; Badia i Homs, J., 1977-1981, I, p. 47, II-A, pp. 209-210, II-B, p. 561; Barral i Altet, X., 1981, pp. 271-272; Bosch de la Trinxeria, C., 1887; Botet i Sisó, J., 1905-1908, III-IV; Budó Bagués, J., 2004, pp. 40, 72, 76, 80; Catalunya Románica, 1984-1998, IX, pp. 504-508; Compte i Freixenet, A., 1990; Deulofeu i Torres , A., 1962; Genís i Armada, M. T., 2007; Junyent i Subirà, E., 1983; Montsalvatge i Fossas, F., 1889-1919, XVI; Pons i Gurí, J. M., 1964-1965; Rius i Serra, J., 1946, I; Taverner i d’Ardena, J. de, [s. xviii]; Tocabens i Rigat, J. y Lacombe Massot , J.-P., 2001.