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Arquerías del muro sur del presbiterio

Identificador
09348_01_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro

Localidad
Castrillo de Solarana
Municipio
Lerma
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
DE LA PARROQUIA DE SAN PEDRO no tenemos noticia alguna, pues sólo sabemos de su antigüedad por los datos que nos aporta el propio templo. El edificio está situado en un pequeño altozano desde donde se divisa gran parte del término municipal, destacando sobre manera del resto del caserío. Es una iglesia que consta de tres naves, con cubierta de falsa bóveda y una gran torre renacentista a los pies que se eleva sobre la base de la primitiva románica. De este primer templo aún quedan en pie parte de los muros oeste, norte y casi todo el sur. Al muro meridional se adosa y abre la portada románica, tapiada en la actualidad, pero en bastante buen estado de conservación. Los muros son de piedra sillería, de aparejo isódomo y bien escuadrados, reutilizándose gran parte de los mismos en las sucesivas reformas que ha sufrido este templo. Las obras habidas a partir del siglo XVI no afectan en gran manera a la estructura templaria precedente, pues aprovechan una parte considerable de la fábrica preexistente. El elemento más significado de este momento posmedieval es la monumental torre, el nártex colocado bajo ella y la portada abierta en el hastial occidental. También se elevaron entonces los pilares sobre los que apean los arcos formeros existentes en la actualidad que comunican espacialmente la nave central con las laterales. El conjunto se remata en una cabecera, recta en las naves laterales mientras que la central responde a lo habitual en las fábricas románicas, es decir un ábside que consta de una parte recta y de otra semicircular. La primera se halla dividida en dos paños por medio de gruesos contrafuertes que se rematan en un tejadillo acabado en talud, y la segunda en tres, separados mediante otros tantos contrafuertes de similares características de los precedentes. Está dividido en dos cuerpos, recorrido cada uno de ellos por arcadas ciegas; unas de medio punto y las otras trilobuladas y ligeramente apuntadas. La primitiva cornisa ha desaparecido al elevar la altura del ábside en el siglo XVI. Los capiteles del cuerpo inferior son dobles y se apean en doble fuste o en una pilastra decorada con dientes de sierra y baquetoncillos bien modelados, mientras que los del cuerpo superior son sencillos y descargan sobre fuste único, cilíndrico y monolítico. Los primeros se decoran en su mayor parte con sencillos motivos geométricos y vegetales (hojas lisas, piñas, entrelazos, etc.), salvo uno compuesto por dos aves afrontadas que entrelazan sus cuellos en lo que parece una lucha. Presenta una labra detallista y un acabado minucioso, con ciertas calidades plásticas. La composición resulta armónica y bien acomodada al espacio escultórico. Los capiteles del cuerpo superior son todos iguales. El motivo esculpido son cuatro hojas de acanto muy estilizadas que se elevan y acaban en la parte superior dobladas por su peso y el del fruto que sustentan, que en este caso es una flor tripétala. La labra es dura, a bisel, cincelada y de un acabado poco detallista, pues se reduce a marcar los perfiles y el volumen. El cimacio en todos ellos tiene forma trapezoidal y presenta gran volumen, como si quisiera recordar al bizantino. Es un taller que se caracteriza por la monotonía y la poca variedad, pues toda su gama escultórica se reduce a motivos vegetales, alguno animal y otros sencillamente geométricos. La temática zoomorfa sólo aparece en el capitel de aves ya descrito. La variedad es mayor en los motivos vegetales, pues talla hojas de acanto, grandes rosetones con los pétalos abiertos y algunos tallos que se ramifican y acaban en hojas dobladas, entreabiertas y mostrando los frutos. En todos los casos la labra es dura, de poca calidad, resultando, en general, bastante estilizadas y antinaturalistas. Es un relieve bajo, realizado a bisel, cincelado y a veces modelado. Este taller busca ante todo los temas ornamentales, claramente subordinados a lo arquitectónico, que compone de forma muy simplista, sobrándole en muchas ocasiones espacio y faltándole en otras. Sin embargo la ley de la simetría es una constante, pero sin que ello imprima una calidad reseñable. Se muestra particularmente diestro en los entrelazados de doble mimbre que terminan formando un tupido cestillo, otras veces dejan espacios ovales que llena con flores; pero son de una gran calidad plástica, domina admirablemente el espacio, siendo el tema ejecutado con mayor maestría y calidad. En algunas ocasiones, como en las precedentes, domina el claroscuro para crear el volumen. Las diferencias de labra, de composición, de tipos de capiteles y de forma de hacer el relieve hacen pensar en varias manos. La temática y la forma de interpretarla nos indican que el mundo expresivo de los artesanos de este taller es el propio de la etapa tardorrománica, posiblemente ya en las primeras décadas del siglo XIII. La portada se halla adosada al muro sur de la primitiva iglesia, enmarcada por dos significados contrafuertes que ocupan una parte muy importante del muro llegando casi hasta el alero del tejado. Ambos parecen colocados allí con posterioridad, puesto que una parte de la portada ha desaparecido embebida en ellos. Se remata en el habitual tejaroz con cornisa que descarga sobre canecillos, una parte de ellos ha desaparecido, pero aún se conservan algunos. Consta de un arco de ingreso de medio punto liso y tres arquivoltas; la primera con entrelazo de ocho y cuatripétalas, la segunda con mediascañas y bocel y la tercera con una especie de puntas de diamante y bezantes. Apoyan éstas sobre tres parejas de columnas con sus correspondientes capiteles. Los del lado izquierdo muestran una pareja de grifos afrontados, dos aves que entrelazan sus cuellos para picarse las patas y hojas muy estilizadas. Los cimacios son de tallos ondulantes que albergan hojas. Los capiteles del lado derecho muestran una pareja de arpías flanqueadas por dos cestas vegetales con hojas esquemáticas de nervios muy marcados. Los cimacios en este caso son de entrelazo. El taller que trabaja en esta portada se nos muestra con cierta tendencia a buscar la variedad. En la representación de los seres fantásticos es donde se muestra particularmente hábil a la hora de componer y de acomodarse al espacio escultórico. Las aves afrontadas entrecruzan los cuellos y los alargan hasta picarse, emulando la manera de componer y el tema de los primeros maestros silentes aunque muy alejados de ellos tanto por la técnica de labra como por la concepción plástica y el mundo que bajo ellos subyace. Los grifos presentan una postura difícil, elevándose sobre sus patas traseras, entrecruzando las delanteras y terminando con la cabeza siamesa, pero de una gran belleza y plasticidad. De mayor calidad es el capitel de las sirenas, también afrontadas y dominando admirablemente el espacio. La realización de los temas exclusivamente vegetales en los tres capiteles restantes, es de menor calidad, más toscos y de una labra más dura y menos detallista. Sin embargo la decoración del cimacio de la jamba izquierda, a base de vástagos que se ondulan, describen espacios semiovales y acaban en hojas carnosas, está resuelto con un gran dominio de la técnica compositiva y de la labra. Los motivos geométricos, con el cestillo de doble mimbre, los resuelve igualmente con gran destreza. Es en general un relieve bajo, a veces cercano al medio, que define con elegancia los volúmenes y los perfiles de los temas esculpidos con un juego acertado entre el modelado y el claroscuro para crear relieve. El acabado es poco cuidado pero bien modelado en los cuerpos y los perfiles logrando despegarlos del equino. Cuando el motivo representado es exclusivamente vegetal la composición presenta menor acierto y escaso dominio del espacio plástico. La labra de plumas la hace a base de leves incisiones a bisel, destacando todo el entramado y realizándolo partiendo de un nervio central más grueso. Tienen forma romboidal y las timoneras y remeras las ejecuta con mayor minuciosidad. Las hojas son carnosas, alargadas y a veces estilizadas, pero dobladas y entreabiertas mostrando un fruto. El cabello lo realiza individualizando cada uno de los pelos con una labra poco profunda a base de guedejas sueltas o desordenándolas que se van ondulando y caen suavemente. Se nos muestra como un gran dominador del tema, pues con una gran economía de medios logra crear la realidad. Ojos ovales, almendrados, muy prominentes y bien enmarcados por los párpados, que son los que resaltan aún más el volumen de los primeros. El cestillo de mimbres lo ejecuta lo mismo que vimos en el ábside, con doble tallo, pero suavemente modelado. El de la jamba izquierda tiene un extraordinario trepanado, juega bien con la luz, es de una gran calidad plástica y de un buen acabado. Los temas de animales fabulosos tienen los cuerpos de perfil y luego vuelven la cabeza hacia el frente, mientras que las aves, están en posición de perfil, para resaltar aún más los volúmenes y dar una mayor calidad al conjunto. Son unas composiciones simétricas, armónicas y equilibradas. La ventana del muro oeste está en la actualidad casi oculta por la torre y el muro añadido, a pesar de lo cual conserva su trazado y formas primeras. Estamos ante una de las ventanas abiertas en el muro occidental. La otra ha desaparecido o está embebida en el muro correspondiente. Es una arcada ciega decorada en el trasdós con puntas de diamante formadas por hojas ovales, de labra a bisel, de grandes efectos decorativos y calidades plásticas. Se apea en dos capiteles iguales. De la base nace una hoja de acanto completamente lisa, a medio tambor se ramifica en tres y en las esquinas y ángulo acaba doblada por su propio peso formando un pequeño caulículo. En la parte inferior vemos unos reptiles que colocan la cabeza sobre el collarino y elevan el cuerpo hasta colocar la cola en la parte alta. La labra es dura, a bisel, el relieve bajo y el acabado poco cuidado. Del muro norte se mantiene en pie una parte importante de su primer alzado al que se ha adosado la cilla. También ha sido alterada su primera altura al remodelar el templo durante el siglo XVI pero se han conservado muchos de los canecillos del antiguo alero, colocados a media altura del muro, hecho que nos permite conocer la altura que tuvo la primitiva iglesia románica. Estas ménsulas reducen su decoración a la moldura de cuarto de caña. Si el exterior ha sufrido alguna alteración poco significada no sucede lo mismo en el interior que ha perdido la cubierta al levantar la altura primera, hecho que permitió colocar la actual cúpula sobre pechinas. A modo de conclusión podemos resumir que de la fábrica del primer templo románico aún queda en pie la mayor parte de su alzado, tanto de las naves como de la desarrollada cabecera central. Ese estado de conservación nos ha permitido reconstruir un templo de tres naves, seguramente con cubierta de armazón de madera, con portada abierta al mediodía, hacia la mitad de la fachada, las naves laterales no desarrollaron ábside y sí la central que se remataba en capilla semicircular. Los datos formales que presentan tanto la articulación del ábside, como la portada y los restos de los vanos de la fachada occidental nos indican que este templo presenta formas claramente tardorrománicas. La escultura monumental parece presentar dos momentos diferentes, no lejanos en el tiempo, de un lado el del taller que realiza los capiteles de las arcadas del ábside y de otro el de la portada meridional. El artesano que realiza los capiteles de la portada ha asumido el mundo silense del “expresivo culto” pero en él se aprecian ya con claridad algunas formas propias de la época tardorrománica. Por todo ello pensamos que esta obra se pudiera datar en las últimas décadas del siglo XII o primeras del XIII. El maestro que trabaja en este lugar, sobre todo los artesanos que labran el relieve de la cabecera se encuentra muy próximo a quienes trabajan en los templos de Revilla-Cabriada y Ruyales del Agua.